6. Another love

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La verdad es que no puedo quitarme de la cabeza lo que Killian me soltó el otro día. Fue tan repentino y extraño que me dejó completamente desconcertada. Y aquí estoy, dándole vueltas en mi cabeza sin atreverme a sacar el tema. ¿Qué diablos quería decir con eso? Lo peor es que él actúa como si no hubiera pasado nada. Es como si tuviera dos personalidades: una vez es el tipo amigable y normal, y al día siguiente es como si nunca hubiéramos tenido esa extraña conversación. ¿Será bipolar o simplemente así es él? Pero no puedo dejar de darle vueltas a sus palabras. ¿Acaso se refería a otra cosa y yo lo interpreté mal? Es posible, pero no puedo quitarme esa sensación incómoda de la cabeza. Temía que hablar del tema me metiera en problemas, pero ahora, sin aclaraciones, me siento atrapada en esta incertidumbre. Intento concentrarme en otras cosas, en mi día a día, pero siempre está esa sombra de duda acechando mis pensamientos. Y no puedo evitar mirarlo de reojo cuando estamos juntos, tratando de encontrar alguna señal o indicio de lo que realmente quiso decir. Quizás debería atreverme a preguntarle, pero algo en mí teme la respuesta. No quiero abrir una caja de Pandora que desate problemas o revele verdades incómodas. ¿Es mejor dejar las cosas como están o enfrentarme a la verdad, por incómoda que sea? No sé, solo espero que esta sensación desaparezca pronto y podamos volver a la normalidad.

Aquí en Longview, Washington, el frío se ha instalado y el cielo parece haberse rendido ante las nubes. Un día típico en esta ciudad. Aunque preferiría quedarme abrigada en casa, debo hacer de tripas corazón y enfrentarme al día laboral que me espera. Mientras me dispongo a vestirme para salir, veo a Killian en el sofá, completamente absorbido por su portátil.

-¿Es que nunca trabajas?-  le lanzo la pregunta con un toque de sarcasmo.

-Sí, pero lo hago desde casa. Rara vez piso la oficina- responde sin apartar la mirada de la pantalla.

-Tendrás que decirme en algún momento a qué te dedicas exactamente, pero ahora tengo prisa-le replico mientras me apresuro a salir rumbo al trabajo.

El trayecto transcurre con la monotonía habitual de la ciudad nublada. En el trabajo, las conversaciones banales y las tareas rutinarias llenan mi jornada. Mientras me sumerjo en las responsabilidades diarias, la sombra de la curiosidad sobre la vida de Killian sigue rondando mi mente. 


Estoy tranquila, limpiando vasos en el bar, cuando suena la campanita de la puerta al abrirse. Al levantar la vista, me encuentro con una sorpresa desagradable: Logan, nuevamente. Mi exnovio ha decidido aparecer en el lugar donde menos lo deseo. Apretando los dientes, continúo mi tarea, intentando ignorar su presencia mientras mi mente lucha por mantener la compostura. ¿Qué querrá ahora? Se acerca a mí con una seguridad que me irrita y se sienta en el taburete que está justo enfrente de mí. Trato de concentrarme en mi trabajo, pero su presencia es como un peso incómodo en el ambiente del bar. Ignoro su mirada fija en mí y continúo secando vasos, intentando no prestarle demasiada atención. 

—Hola, Leah —dice con una sonrisa que no llega a sus ojos.

—Hola, Logan. ¿Qué quieres? —respondo, intentando mantener la calma.

—Solo quería charlar un rato, ¿no podemos llevarnos bien por una vez?

Suena tan falso que me cuesta contener la risa. Sé que esta charla no va a ser nada amigable, pero trago saliva y respondo:

—No sé qué te hace pensar que quiero charlar contigo. Estoy trabajando.

Él rueda los ojos y se apoya en la barra, como si fuera la cosa más natural del mundo molestar a tu ex mientras trabaja.

—Vamos, Leah, ¿todavía estás enfadada por lo que pasó? Ya han pasado años.

—Claro, Logan, porque tratarme mal durante dos años es algo que se supera fácilmente. No sé qué pretendes, pero no estoy interesada en revivir el pasado contigo.

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