22. Killian. Ese solia ser mi sitio

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Desde que Leah despertó, tengo un nudo en la garganta, una piedra pesada que parece haberse instalado en mi pecho. ¿Cómo es posible que no recuerde que estamos juntos? ¿Todo lo que ese cabrón le hizo, ella no lo recuerda? Estoy destrozado, me siento como si estuviera atrapado en una pesadilla de la que no puedo despertar.

Hoy Leah finalmente vuelve a casa. Tengo ganas de verla, pero al mismo tiempo, una parte de mí no quiere afrontar la realidad. No me recuerda como debería, y la idea de enfrentar ese hecho me pesa como una losa. ¿Cómo podemos volver a ser nosotros si ella no recuerda el "nosotros"?

Preparo la casa para su llegada, tratando de hacer que todo esté perfecto. Quiero que se sienta cómoda y segura, aunque por dentro me estoy desmoronando. Cada detalle en la sala de estar y la cocina es un intento desesperado de recrear la normalidad, aunque sé que ya nada será igual.

Cuando la puerta se abre y Leah entra, me encuentro con su mirada, buscando algún indicio de reconocimiento en esos ojos que solían iluminarse cuando me veían. Pero no hay nada, solo un vacío que corta como un cuchillo.

-Hola- dice con una sonrisa amable, como si fuéramos simplemente conocidos.
-Hola- Intento devolverle la sonrisa, pero se siente forzada, como un eco hueco de lo que solíamos ser.

Entre sus padres y yo la ayudamos a instalarse, y aunque intento actuar con naturalidad, siento que estoy caminando sobre cristales rotos. ¿Cómo le explico lo que fue nuestra relación? ¿Cómo le hablo de los recuerdos que compartimos, de las risas, de las lágrimas, de todo lo que construimos juntos? La realidad se vuelve más dolorosa con cada momento que pasa. Mi corazón duele, y la tristeza se mezcla con la frustración. Estoy atrapado en un laberinto emocional, intentando encontrar una salida que parece cada vez más lejana. No quiero perderla, pero ¿Cómo puedes aferrarte a alguien que no recuerda que alguna vez fueron el centro de tu mundo?

Cuando los padres de Leah se despiden y se van, nos quedamos solos en la casa, y un silencio incómodo se instala entre nosotros. No sé qué hacer, solo quiero abrazarla, besarla, aunque sé que no debo. La brecha entre nosotros se siente más grande de lo que nunca imaginé.

-¿Qué quieres comer?- le pregunto, tratando de romper el silencio y mantener una apariencia de normalidad.

-Me da igual. Viene Logan a comer también, si no te importa- responde Leah con una tranquilidad que me desconcierta. ¿Qué le digo a eso? ¿Cómo reacciono?

-Claro, está bien- digo con un tono neutral, aunque por dentro siento un nudo en el estómago. La mención de Logan, ese tipo por el que siento una mezcla de celos y desprecio, me golpea como un puñetazo en el pecho.
-¿Te pasa algo?- Me pregunta acercandose a mi.
-No, no... estoy muy feliz de que estes bien- Si, ¿pero a que precio?

No se si podre aguantar la presencia de Logan sin meterle un puñetazo en toda la cara, pero ella cree que sigue enamorada de el... ¿Será que él ocupa un espacio en su memoria que yo no puedo llenar?

Cuando Logan llega, trato de comportarme con normalidad, aunque cada palabra suya es como una punzada que perfora mi paciencia. La tensión en el aire es palpable, pero intento no dejar que se refleje en mi rostro. Leah, aparentemente ajena a la incomodidad que siento, actúa con naturalidad y charla con él como si nada hubiera cambiado.

Al final, entre Leah y yo, decidimos pedir comida a domicilio. La idea de compartir una comida en la misma mesa con Logan se siente como una barrera insuperable. La verdad es que no sé cómo comportarme con ese cabrón. Quisiera poder ignorar su presencia, pero cada gesto suyo despierta en mí una mezcla de celos y desprecio que no puedo evitar.

El pedido a domicilio se convierte en una excusa para evitar un enfrentamiento directo. Mientras esperamos la comida, mi silencio en la sala de estar se siente incómodo mientros ellos hablan alegremente. Mi mente está llena de pensamientos turbulentos, y la pregunta de cómo manejar esta nueva dinámica con Leah se repite una y otra vez.

Cuando la comida llega, la atmósfera parece relajarse momentáneamente. Nos sentamos en el sofá con nuestros platos, intentando mantener una conversación ligera. Pero cada vez que Logan interviene, siento como si una sombra se posara sobre nosotros.

-Bueno Killian, ahora que Leah ya esta bien, podrias irte de la casa, asi me instalo yo- Logan me mira con odio y Leah frunce el ceño.
-De aqui yo no me voy, estoy demasiado agusto- Le sonrio, joder su cara tiene una diana para mi puño.
-Creo que es demasiado pronto, pero puede quedarte a dormir si quieres de vez en cuando- Contesta ella a lo que Logan asiente a regañadientes.

Espera. ¿Que puede que?

-Claro me quedare esta noche- Le dice y se gira para mirarme -Si te molestan los ruiditos que hacemos puedes irte al cine o a tomar algo.

En ese momento escucho mi corazón partirse en trozos muy muy pequeños pero intento disimularlo. Tiene que estar de coña.
-Mientras no le hagas daño no te tirare del balcon.- Sentencio y sonrio de forma ironica.

Terminamos la cena en un silencio incómodo.
Me encuentro mirando a Leah, buscando alguna señal de lo que está pensando. Pero sus ojos parecen perdidos en la distancia, como si estuviera atrapada en un mundo de recuerdos que no puede recuperar. La tristeza se apodera de mí, sabiendo que la mujer que solía ser mía parece estar cada vez más distante.
Cuando los dos se sientan en el sofa a ver una pelicula, Logan ocupando el sitio que solia ser mio, no lo aguanto y sin decir nada me voy a mi habitacion. Mañana sera otro desastroso dia.

ThunderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora