Hace años, en un capítulo oscuro de mi vida, experimenté una traición que me marcó profundamente. Fue una tarde nublada, llena de sospechas que se confirmaron cuando descubrí que me habían puesto los cuernos. La persona en la que confiaba plenamente me había traicionado, y la sensación de traición y dolor era insoportable.
Aquella noche, la rabia y la tristeza se apoderaron de mí. Me sumergí en la espiral de la autodestrucción, buscando respuestas en el fondo de una botella y desahogando mi furia en peleas sin sentido. Cada golpe que recibía o propinaba era un intento de liberar la tormenta de emociones que me atormentaba.
El peso de la traición se quedó conmigo mucho tiempo, dejando cicatrices que aún puedo sentir en lo más profundo de mi ser. Cada relación que tenia fue una batalla interna entre el deseo de confiar y el temor a ser herido otra vez.
Y entonces, llegó Leah.
Con ella, descubrí una conexión diferente, una luz que me devolvía la esperanza. Cada risa compartida, cada momento de ternura, era un recordatorio de que el pasado no dicta el futuro. Pero, al mismo tiempo, la idea de perder a Leah me aterraba.
La posibilidad de enfrentar la traición otra vez, esta vez de alguien a quien realmente amaba, era insoportable. No podía permitirme perderla, y esa idea me impulsaba a ser un mejor compañero, a aprender a confiar de nuevo y a valorar la relación que estábamos construyendo.
Perderla sería como revivir la pesadilla que juré dejar atrás.
Sentado en el borde de la cama, observo a Leah mientras duerme. Su rostro tranquilo, iluminado por la luz suave de la lámpara de noche, emana una serenidad que me reconforta. En este momento, reflexiono sobre nuestra relación y lo profundamente enamorado que estoy de ella.
Desde el primer día que la conocí, algo en Leah me atrapó. Su fuerza, su valentía para enfrentar sus propios demonios, me inspiraron. A medida que nuestra conexión creció, también lo hizo mi amor por ella. Ahora, mientras compartimos risas, batallas de cosquillas y momentos tiernos, me doy cuenta de cuánto ha cambiado nuestra relación.
Aunque sé que Leah está lidiando con sus propios problemas, no puedo dejar de sentirme agradecido por cada momento compartido. Estoy enamorado de cada risa compartida, de cada abrazo reconfortante y de la forma en que ella ilumina mi vida. Su vulnerabilidad me ha permitido ver más allá de las paredes que construyó a su alrededor.
La noche de risas y cosquillas fue solo un recordatorio de la conexión única que compartimos. Me doy cuenta de lo afortunado que soy de tener a Leah a mi lado, de ser testigo de su crecimiento y de poder ser su apoyo incondicional. No solo amo la mujer fuerte y valiente que es, sino también la vulnerabilidad que comparte conmigo.
Mientras contemplo el sueño tranquilo de Leah, mi corazón late con fuerza. Estamos construyendo algo especial, algo que va más allá de las palabras. Enamorarme de ella ha sido un regalo, y estoy listo para enfrentar cualquier desafío que la vida nos depare mientras seguimos creciendo juntos. Pero no puedo ver como cada vez que se le acerca Logan ella vuelve a caer un poco, da un paso atrás. Me hierve la sangre.
Cada vez que veo a Logan, una furia contenida hierve en mi interior. No puedo evitar sentir una rabia intensa por todo el sufrimiento que causó a Leah. El simple hecho de pensar en cómo la maltrató, la hirió emocionalmente y aún así insiste en querer tenerla de vuelta, despierta mi peor personalidad.
Logan representa todo lo oscuro y tóxico que alguna vez estuvo en la vida de Leah. Cada cicatriz en su alma es un recordatorio de las heridas que él infligió. Me pregunto cómo alguien puede ser tan insensible, tan egoísta como para dañar a alguien que en su momento amó.
Mi deseo de proteger a Leah se mezcla con la frustración de no poder borrar las huellas que Logan dejó en ella. Su persistencia en querer que vuelva a su lado despierta en mí una ira que apenas puedo controlar. ¿Cómo puede ser tan ciego como para no ver que Leah merece algo mucho mejor?
La rabia interna que siento hacia Logan es un fuego ardiente que me impulsa a ser el ancla de Leah, a ser la fuerza que la ayuda a dejar atrás todo lo que él representó. Y mientras esta ira queme en mi interior, haré todo lo posible para ser el escudo que protege a Leah de cualquier sombra del pasado que intente regresar.
Cuando la veo, mi mandíbula se tensa y mis puños se aprietan automáticamente. ¿Cómo alguien puede querer herirla? Quiero gritarle todas las verdades que ha evitado, hacerle entender que ya no tiene cabida en la vida de Leah.
Dejo atrás esos pensamientos y me vuelvo a tumbar a su lado, abrazándola fuerte.
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Thunder
RomanceLeah Cross, una joven única y rara con mal comportamiento con el mundo en general, pasado oscuro que le persigue, tiene una rutina establecida y se siente cómoda en su zona de confort. Killian Jones, un hombre adinerado con una personalidad fuerte...