17. ¿Uno mas en la familia?

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Despertar entre besos es como una dulce melodía que inicia mi día. Killian y yo compartimos la rutina matutina, disfrutando de un café juntos en la cocina. Entre risas y conversaciones normales, nos sumergimos en la cotidianidad que hemos construido juntos. A veces, son esos momentos sencillos los que hacen que la vida sea más significativa.

La jornada laboral transcurre con normalidad, pero hay una chispa en el aire. Cuando llega el momento de volver a casa, Killian me mira con una sonrisa traviesa y dice esas palabras mágicas

-Tengo una sorpresa para ti- Mi corazón late más rápido ante la anticipación, preguntándome qué maravilla me aguarda.

Subo al coche con la emoción palpable en mi rostro. Killian maneja con esa confianza característica mientras mi mente divaga entre posibles sorpresas. La curiosidad me consume, pero también siento una profunda gratitud por tener a alguien que disfruta sorprendiéndome y haciendo que cada día sea especial.

El sonido suave del motor acompaña nuestras risas mientras avanzamos con el coche por la ciudad. La luz del atardecer pinta tonos cálidos en el horizonte, y dentro del vehículo, el ambiente está lleno de calidez y complicidad.

—¿Cómo a ido el día, Leah? —Killian pregunta con una sonrisa, sus ojos centelleando con genuino interés.

—A ido bien, ya sabes, el trabajo y todo eso. —respondo, mirándolo con cariño.

Killian asiente, con una expresión de satisfacción en su rostro. Sus dedos juegan con el borde del volante mientras conducimos por las tranquilas calles.

—Me alegra escuchar eso. Y, ¿Te parecería una cena especial esta noche? —propone, lanzándome una mirada cómplice.

Sonrío ante la sugerencia, sintiendo la felicidad burbujear dentro de mí.

—¡Claro! ¿Qué estás tramando?

Killian ríe, disfrutando de la intriga que ha creado.

—Es una sorpresa, pero te prometo que te encantará.

Conversamos sobre diversos temas, desde planes futuros hasta recuerdos compartidos. Cada palabra se convierte en un lazo invisible que fortalece nuestra conexión. Hay una comodidad en la manera en que podemos compartir silencios cómodos y risas espontáneas, como si nuestras almas estuvieran sintonizadas en la misma frecuencia.

Cuando Killian aparca el coche, mi corazón late con anticipación. Salimos del vehículo y, al levantar la vista, me encuentro frente a un espectáculo visual que me roba el aliento. Estamos en lo alto de un acantilado, y ante mis ojos se despliega un paisaje que parece pintado por los dioses.

El sol comienza su descenso, tiñendo el cielo de tonos cálidos y dorados. Las olas del mar chocan suavemente contra las rocas abajo, creando una melodía serena que se mezcla con la brisa marina. El horizonte se extiende infinitamente, fusionando el cielo y el océano en una paleta de colores que van desde el naranja intenso hasta el azul profundo. A medida que el sol se desliza hacia el horizonte, deja tras de sí un rastro de destellos dorados sobre el agua. Las gaviotas danzan en el cielo, aprovechando las corrientes de aire, y las siluetas de las montañas a lo lejos se recortan contra el resplandor crepuscular.

Me acerco al borde del acantilado, sintiendo la inmensidad del océano extendiéndose ante mí. El aroma salado del mar se mezcla con la frescura de la brisa, creando una sinfonía de sensaciones que embriagan mis sentidos.

Killian se coloca a mi lado, sus ojos reflejando la misma admiración que siento. Juntos, nos sumergimos en la majestuosidad de la naturaleza, compartiendo un momento que se vuelve eterno en su belleza. Es como si el mundo se detuviera por un instante, permitiéndonos apreciar la maravilla de la creación. Estoy emocionada y agradecida, no solo por el regalo de este paisaje sublime, sino también por la persona que eligió compartirlo conmigo. En este rincón del mundo, siento la conexión profunda que compartimos y la magia de un amor que se eleva como las olas del océano, eterno y vasto. Killian se queda a mi lado, observando el mismo paisaje que me tiene maravillada. El susurro de las olas y la suave brisa crean una sinfonía que se entrelaza con la belleza visual del atardecer. La paleta de colores en el cielo es un espectáculo celestial, y mi corazón late con la misma intensidad que el resplandor dorado que se refleja en el océano.

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