✮ Kim Seungmin.

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Jeongin se sentó en su silla. Aunque fuera un chico bastante "popular" por así decirlo, su asiento para dos estaba incompleto. Simplemente no quería sentarse con nadie, por muchos chicos que estuvieran detrás de él, anhelando estar más cerca.


Sin embargo, Yang Jeongin no es un angelito... Tampoco es un hombre promiscuo, mas no suele interesarme mucho más allá de lo físico. En pocas palabras, la personalidad de la persona no le importa.

Aquel chico castaño era realmente atractivo. Su cara parecía de ángel, pero un ángel de verdad. Era delgado y delicado. Usaba unos shorts que apenas revelaban sus rodillas y una camisa blanca y holgada. Se relamió los labios un par de veces, aunque ese chico se viera inocente y para nada provocador, al parecer Jeongin era un degenerado y esto le hacía más que atraer.

Sin darse cuenta, se movió a un lado e hizo espacio en su lugar, inconscientemente recibiendo al chico nuevo. Sus ojos rasgados estaban fijos en él, esperando a que se hiciera a su lado.

El castaño parecía haberlo ignorado, porque en vez de sentarse con el pelinegro, se sentó en la silla que estaba justo a un lado. Ugh, tan cerca, pero no como él quería.

No podía quitarle la mirada de encima, era realmente hipnotizante. Aprovechó que el profesor no había llegado aún y se puso de pie, dirigiéndose a un lugar muy específico.

—Hola, hola... Chico encantador.

El llamado subió la mirada, encontrándose con la del desconocido. Sin ver mucha malicia en sus palabras, le mostró una sonrisa bastante dulce en respuesta.

—Linda sonrisa— elogió Jeongin.

Mostrando sus dientes, se dió media vuelta para sacar de su bolso una pequeña libreta y un bolígrafo. De la libreta arrancó una hoja y se la entregó a quien estaba parado frente a su mesa. Jeongin la recibió un poco confundido, leyendo la ordenada letra sobre la margen de la hoja blanca.

"Kim Seungmin"

Colocaba en mayúsculas y con una delgada línea que resaltaba el nombre.

Jeongin dirigió la mirada hacia él de nuevo, mostrándole una sonrisa leve.

El joven de aspecto noble levantó ambas manos para hacer unos gestos, dando a notar que era lenguaje de señas.

"Ese es mi nombre".— sus manos se detuvieron, para después darse cuenta de la mirada perdida del otro.—"¿Cuál es el tuyo?"— preguntó con el mismo método.

—Oh, mierda. ¿Eres sordo?

Seungmin frunció un poco el ceño y negó con la cabeza.

"Puedo oírte perfectamente"— manifestó con señas y su sonrisa volvió a aparecer.

—No estoy entendiendo...— giró la cabeza hacia otro lado y rascó su nuca, para luego volver con una expresión incómoda— Discúlpame, no quería molestarte.

Las cejas de Seungmin se inclinaron hacia arriba, para luego volver a negar con la cabeza de una manera más brusca.

—No sabía que eras mudo, ya me voy.

Sin decir más, Jeongin se alejó del asiento ajeno, dejando a un muy desconcertado Seungmin solo en su lugar. En lo profundo de su mente estaba preguntándose qué había hecho mal, pero no encontraba una respuesta.

Hasta se había tomado el tiempo de escribir su nombre con anticipación en su libreta por si alguien se lo preguntaba, ya que él mismo no podría decirlo. ¿Por qué el pelinegro se comportaba de esa manera?

Hizo un leve puchero para sí mismo y se resignó. Da igual, no era la primera vez que pasaba algo parecido.

Jeongin ignoró lo que había pasado y caminó hasta el puesto de un ex ligue que había tenido en el pasado, un chico llamado Lee Felix. Este ya tenía una pareja y lo había superado, pero Jeongin no parecía cansarse de molestar, y siempre volvía en algún momento. ¿Cuando era su turno de superarlo?

—¿Tus técnicas de coqueteo no funcionaron esta vez?— inquirió el rubio con una mirada seria, apagando su teléfono en cuanto el otro se acercó.

—Es mudo, no entiende lo que digo.

Felix hizo un gesto de disgusto ante lo que acababa de escuchar.

—Vaya, es mudo... Lo sospechaba... Pero un mudo entiende lo que dices, ¿no estás confundiéndolo con un sordo?

—Un sordo, un mudo, ¿qué más da?— habló con un tono de altanería— Comenzó a hacerme gestos que ni entendí. ¿De qué sirve que sea bonito, si ni un grito puede soltar?

—¿De qué estás hablando?— Felix parecía asqueado por lo que Jeongin decía. Esa actitud no era nueva, pero lograba sorprenderlo cada que salía a la luz.

—De nada, Lix. No me sirve ni para un polvo en la noche. ¿Los mudos pueden gemir, siquiera?

—... Y esta es la razón por la cual nunca pasas de un polvo de una noche. Eres una mierda.

—Estás equivocado. Tú pasaste más de una noche conmigo, ¿lo olvidas?

—No sabes cómo me arrepiento.— rodó los ojos y le dió un empujón con su mano, indicándole que se largara cuando quisiera.

—Sí, claro. Fue una buena charla, Felix.

Felix sólo alzó un poco su mirada llena de rabia un segundo, para luego ignorarlo y distraerse en su teléfono.

—Ajá... Llámame cuando me extrañes— añadió el menor.

Lo que tenía de obstinado, lo tenía de orgulloso. Sin renegar, caminó de vuelta a su puesto.

Al llegar, notó algo en su escritorio. Era una hoja de papel, rasgada de un cuaderno o libreta.

Esa letra... La conocía. O bueno, la había visto muy recientemente.

Se sentó en la silla y agarró el papel con su mano, alcanzando a leer lo que ponía:

"Discúlpame a mí. No debí asumir que entendías mi manera de comunicarme... Algo bueno de mí es que sé escribir. ¿Quieres perdonarme y decirme tu nombre?"

Al terminar de leer, giró la cabeza para ver a Seungmin, quien estaba viendolo desde antes con una sonrisa más tímida.

Ruidoso | SEUNGINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora