Su obsesión.

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Mordisqueaba la pluma mientras trataba de entender aquella receta de pociones que estaba teniendo, pero era demasiado complicada, era bastante difícil, maldición, no entendía nada.

—¡Necesita que le ayude señorita? —esa fría voz dijo a mis espaldas haciéndome estremecer, era el profesor Snape que se acercaba a mi escritorio—¿Necesita ayuda? —Volvió a preguntar.

Negué con la cabeza sonriendo un poco.

—No señor, muchas gracias.

Él asiente y sigue zigzagueando entre los escritorios echándome miraditas de vez en cuando, me sentía nerviosa por estar en su campo de visión con tanta frecuencia lo que me hacía apartar la mirada, de repente un elfo domestico asomo sus narices en el aula de las mazmorras e informo que mi padre, el director necesitaba de mi presencia y la del profesor Snape, luego de eso desaparece.

—Espérenme un momento. —Dijo el profesor.

Me levante y tome mis cosas en silencio, salí del aula sin mirar atrás, pero luego de doblar el primer pasillo sentí su aura, esa fría aura que hacía que todos los vellos de mi espalda se erizaran sin mucho que explicar, apreté la correa de mi mochila y mire por sobre mi hombro como ese hombre que siempre vestía oscuras prendas estaba detrás de mí, sentí su mirada en mi nuca y me obligue a no mirarlo de nuevo, pero luego.

—Se supone que soy su profesor señorita, usted debe esperarme, no puede irse sin mi autorización.

—Su autorización no está por encima de la de mi padre profesor, jamar —Dije, no sé de donde había sacado ese coraje, tal vez era digna herencia de mi padre y mi abuelo que fueron a Gryffindor, pero no fue la suficiente como para mirarle.

Sentí que su brazo me jaloneaba y me hacía quedar frente a él, mi mirada se quedó clavaba en sus ojos ónix que me hacían perder los estribos entre la oscuridad de los mismos, era guapo, pero no lo sé, era muy mayor para mí, nos llevamos demasiada edad, no podría.

Entramos a la oficina de mi padre donde él parecía tener un semblante muy tenso, algo serio, se veía la seriedad del asunto.

Me acerque a abrazarlo como de costumbre y beso mi mejilla como saludo para luego tomar compostura y carraspear la garganta, me puse al lado de Severus.

—Creo que están muy intrigados de por qué los mande a llamar a ustedes dos. —Puedo ver como Snape asiente y yo me tenso. —Bueno verán, hija, Snape es uno de mis más fieles personas, la persona en la que siempre confiare, en parte por la vejes que lleva aquí y en otra por su papel de doble espía en las tropas de voldemort, sin embargo, he decidido que Snape ha hecho mucho por mí y no le he podido pagar de una grata manera, así que decidí que tú, mi hija, serias la mejor manera de pagarle, eres joven y servicial.

Me quede congelada con sus palabras, no podía creer lo que mi padre acababa de decir, la magnitud de sus actos, las consecuencias y repercusiones que tendrían, las tendrían sobre mí, no sobre él o Severus, no podía ejecutar palabras, pero Snape sí.

—No creo que-

—No Severus. —Le interrumpió mi padre—. Te has ganado eso, te daré la mano de mi hija en casamiento, para estas mismas navidades.

Negué repetidas veces y salí llorando de allí por el enojo de lo que acababa de ver y oír de parte de mi propio padre.

Narrados Omnipresente.

Debemos llevar esto a algunos meses antes para que esto tenga sentido, todo aquello que acababa de pasar con la pequeña chica Ravenclaw tiene una enorme explicación lógica.

Primero de junio de 1997.

Estaban ambos hombres en el despacho del director de Hogwarts mientras disfrutaban de un delicioso té luego de estar analizando todo el día un artefacto muy peligroso que pertenecía a Voldemort, magia oscura, especialidades de Severus Snape.

Harry Potter [One Shots] ||+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora