PARTE 1: Capítulo 1.3

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- ¿A qué te refieres con que me estabas esperando? – dice Jacob, completamente extrañado, asustado y perdido.

- Sí, tú eres Eloy.

- ¿Eloy?

- Sí, el humano, hijo del primer guerrero de la luz, enviado de Él.

- Wow, wow, wow... alto ahí. Creo que te estás confundiendo... quien quiera que seas.

- Soy Próvat, siervo del Rey de Kípos.

- Está bien... Próvat. Creo que estás confundido. No tengo idea de cómo terminé aquí. Simplemente aparecí por error, quiero volver a casa, tengo muchas cosas de la que ocuparme...

- Sí sabes por qué estás aquí, lo sabes.

- No, no sé qué hago aquí. – dice Jacob, ya molesto de no entender nada.

- Tú eres el elegido, Eloy. Tu eres el hijo de aquel guerrero de la luz que peleó al lado del Rey, antes de la ascensión de la oscuridad. Tú vienes a acabar con la oscuridad.

- Espera... primero, no sé de qué hablas con eso de luz, oscuridad, guerreros... no entiendo. Segundo, mi padre me abandonó cuando era pequeño, no hables del tema si no sabes. Me abandonó cuando tenía ocho... ¿De qué padre hablas?

- Tu padre nunca te abandonó... siempre te tuvo presente. Yo conocí a tu padre. – Jacob abre los ojos como dos platos, asombrado de lo que acaba de escuchar.

- ¿Qué?

- Yo lo conocí a Simón, el guerrero de la luz.

- ¿Cómo sabes su nombre?

- Eloy...

- ¡Ese no es mi nombre! Estás muy confundido. – Jacob se levanta enojado - ¿Cómo sabes el nombre de mi padre? – Próvat se levanta asustado, extendiendo sus manos a Jacob en señal de que se tranquilice. El humanoide es tartamudo, pero al asustarse por el enojo de Jacob, comenzó a tartamudear mucho más.

- El peleó a nuestro lado contra las fuerzas oscuras, antes de que tomen el poder. No logramos vencer... pero todo formaba parte de la profecía: el hijo del guerrero es Eloy, el elegido; sus piernas estarán salpicadas con la sangre de los seres más oscuros y malignos que buscaron dominar Kípos, y en su mano, la espada que nos daría la victoria definitiva. Respaldado por la luz eterna que resplandece en la corona del Rey... el humano descendiente del guerrero de la luz.

- ¿Qué...? esto es demasiado.

- ¿Cómo no sabes toda esa historia?

- No creo que puedas ayudarme. – Jacob se dirige a la puerta buscando la salida.

- Espera, espera, espera, - dice Próvat, muy seriamente. Ya sin el entusiasmo con el cual recitaba la profecía – no te sugiero que salgas afuera solo.

- ¿Por qué?

- El príncipe de la oscuridad sabe que estás aquí... te buscará, te encontrará y querrá matarte.

- ¿Qué?

- Eloy, corres un gran peligro estando solo afuera. Antes, deberías ver al Rey.

- ¿A quién? Mira... Próvat, no sé de qué me estás hablando.

- Espera.

- ¿Qué?

- Dame una oportunidad, Eloy.

- ¿Qué? ¿Qué quieres intentar? Déjame ir a casa.

- Sígueme. – Próvat se dirige a una habitación, en donde tuvieron el primer encuentro. Al abrirse la puerta, Jacob ve el escritorio y todas las hojas que había visto en un principio. Jacob decide seguir a Próvat, con la esperanza de encontrar la salida.

Una vez en la habitación, Próvat busca desesperadamente entre las hojas, unas anotaciones que Jacob desconoce.

-Aquí... ¡Sí, aquí está! – celebra Próvat. – "El último guerrero de la luz no tomará su espada hasta que comprenda el peso de la misma – lee Próvat – y hasta que entienda que solamente él puede levantar esa espada, pues así dictó el gran creador de lo conocido y desconocido. Eloy no será, hasta que comprenda el peso de su nombre; y la espada no será levantada, hasta que se comprenda que ella pesa más que la propia razón." – concluye el humanoide.

- No estoy entendiendo.

- ¿Cómo dijiste que era tu nombre, querido?

- Jacob, me llamo Jacob.

- Entiendo – dice Próvat, como si en ese momento comenzara a caer en cuenta de varias cosas.

- ¿Qué sucede?

- Jacob, tú eres el elegido. En tus manos está que la profecía se cumpla para liberar a estas hermosas tierras. Estas profecías fueron escritas desde hace mucho antes que todo esto fuera creado. Aún antes de que el príncipe de la oscuridad se revelara contra el creador y el Rey. Fuiste elegido, mucho antes de que tus ancestros nacieran. Eloy, sé mucho de ti, y no por mí, sino porque el gran Rey ya te conoce.

- ¿Quién es el gran Rey?

- Mis palabras no podrían describirlo por completo, deberías verlo con tus ojos. Una vez que lo veas, sabrás el por qué te digo que Él ya te conoce. Una de las cosas que él sabe de ti y me advirtió, es que el guerrero llegaría con sus fuerzas acabadas, sin rumbo alguno; pero que, con el poder de la luz, su enfoque se renovaría por completo.

- No sé a qué te refieres. – dice Jacob algo nervioso.

- Jacob... tu sí tienes un propósito, querido. Tú eres el elegido. El final ya fue escrito por el gran creador, pero está en ti determinar que ese final escrito, se cumpla tal como fue escrito. Eres el que decide qué final darle a la historia.

- ¿Por qué me dices esto? – dice Jacob, con los ojos húmedos.

- ¿Te puedo ser honesto? No lo sé. Antes de huir de la última guerra, el Rey me hablaba de la profecía de Eloy, donde tú llegarías. Él afirmaba que, el elegido, no llegaría con su espada preparado para que la sangre oscura corra por todos lados, sino que llegaría con dudas y que, el elegido, se convertiría en Eloy a mitad de la guerra. Yo lo escuchaba, pero no entendía. Mas, ahora lo veo. – Jacob no responde, solo guarda silencio agachando la mirada. – Querido, no tengo conocimientos de tu hogar, de dónde vienes, y cómo volver. Sólo sé que no puedo obligarte a cumplir la profecía porque no corre por mi cuenta, además estaría metiendo mi mano inmunda en el orden divino; pero puedo llevarte con el Rey, él debe saber cómo hacer para encontrar el camino de regreso a tu hogar. Así también él mismo, te va hablar de la profecía, ya que Él estuvo ahí cuando fue escrita. Quizá, pueda convencerte para que te quedes. Además, entenderemos el por qué te dije todo lo que te dije. – Próvat sonríe.

- ¿En serio puedes llevarme a casa?

- Podemos encontrar el método. Déjame ayudarte, y así, redimirme. – Jacob pensó unos pocos segundos en responder. En esos segundos dudó si confiar en un humanoide mitad hombre mitad oveja, que parecía bastante nerd y fanatizado con unas escrituras, con ciertos delirios cósmicos y que bebía té. A la vez pensaba en Bell y su bebé, no podía abandonarlos como hizo su padre.

- Está bien. Confiaré en ti.

- Confía, Eloy.

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