Un normie entre excluidos- Miércoles x Tn

15-Trabajo

Miércoles estaba de mejor humor, sus intentos de matar y amenazas a las personas que le hablaban habían disminuido en comparación con otros días. Ese día estaba algo más feliz, en lo que la felicidad significaba para ella, porque iba a ir a Jerichó.

Enid se quedaría en la habitación con Yoko hablando de cotilleos, incluso hicieron un podcast que enseguida se volvió viral en las redes. El mundo de Enid se llamaba y tenía muchos seguidores, los primeros fueron Tn y Miércoles, aunque ella obligada por su chico.

—Por fin llego...que lento el autobús, iría más rápido a pie—pensó bajando de este.

Caminó hasta la tienda de Tn, ya era costumbre. Abrió la puerta y enseguida el calor acompañado de un rico olor le llegó. Saludó al chico que estaba haciendo unas cosas y a los padres de él.

—Tn, tengo que pedirte un favor—dijo la mujer—debes quedarte a atender a los clientes mientras llevo esto al pueblo de al lado, ha sido un pedido a última hora.

—¿Yo sólo?—preguntó este—además tengo que hacer esto—señaló unos bollos.

—Es verdad...menudo problema, además no puedo cerrar la tienda—se quitaba el sudor de la frente—y tu padre está ocupado también.

—Yo atenderé a los clientes—dijo de pronto Miércoles.

Tn puso cara rara.

—¿Qué?

—Esto...no es por nada pero...no creo que los clientes quieran escuchar tus amenazas—respondió en un tono algo bajo y con miedo.

—Puedo ser sociable...o por lo menos lo intento.

Madre e hijo se miraron.

—¡Excelente!—dijo la madre—toma el delantal, muchas gracias Miércoles.

—No es nada—contestó.

—¿No tienen la impresión de qué algo malo va a pasar?—pensaba Tn mirando al lector a la pantalla.

—¿Dónde miras Tn?—preguntó la madre.

—Oh nada...

La mujer se arregló un poco.

—De nuevo gracias por tu ayuda—tomó las frías manos de la joven.

—No es nada, se me da bien la gente—mantenía una sonrisa.

—¿Cómo puede mentir de esa manera?—Tn no daba crédito.

Al salir por la puerta, Miércoles se quedó en el mostrador limpiando un poco mientras Tn seguía haciendo bollos y otras cosas en el horno. No paraba hasta tenerlo terminado. Y cuando lo hizo, se vio la mano blanca. Se acercó a su chica por detrás y le dio un pequeño agarrón en el trasero que hizo soltar un ligero sonido lindo a la chica.

—¿Se puede saber qué haces?—le miró fríamente.

—Ahora este culo es de...¡Saruman!—ella vio la mano en la ropa negra.

—¿Quién es ese Saruman?—este se quedó de piedra.

—No lo entenderías...

Miércoles suspiró tratando de aguantar las tonterías de su pareja. Realmente era una tortura estar con él en ciertos momentos cuando hablaba de películas u otras cosas que ella no entendía.

—No vuelvas a hacer eso—dijo enfadada.

—Dame un motivo

—Porque te mataré si lo haces.