6. Disculpa estropeada

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Durante la cena en el comedor Neteyam fijó la mirada sobre sus hermanos para saber si estaban cómodos, pudo ver que estos conversaban alegres con algunos amigos que había hecho, entre grupos, lo cual fue una sensación de tranquilidad para que pueda empezar a cenar.

Hasta que sintió que alguien se sentó frente suyo, mirándolo fijamente, no fue sorpresa para él ver qué era Aonung, con su típica mirada, pero notando que esta mostraba un ligero interés, pero no sabría decir sobre qué, no antes que el surfista hablase en voz baja.

– ¿Aún vienes con nosotros a nadar?

Neteyam se encogió de hombros, imitando el tono silencioso que tenía el otro en la mesa.

– Podrías ahogarme.

Aonung dejó el tenedor y frunció el ceño.

– No lo haré... mira, lo de antes fue una estupidez.

Neteyam estuvo de acuerdo.

– Eres estúpido.

– Vaya... –Aonung silbó, ganándose la mirada de algunos otros.

Lo'ak y Tuk en particular no estaban muy contentos con él en ese momento. Levantó las manos en señal de rendición fingida hasta que todos continuaron comiendo, luego volvió a dirigirse a Neteyam.

– Por favor, solo ven. Dije que los ayudaré a todos a practicar, Tsireya me delatará si no lo hago.

– ¿Entonces quieres un favor después de casi aplastarme?

– No, solo cooperación. Además, tú casi me disparas.

Puso los ojos en blanco ante su plato.

– Bien.

Neteyam siempre fue rápido para perdonar, crecer como el mayor lo había hecho suave ante los lloriqueos de sus hermanos y ahora eso lo defraudaba.

– Genial. –Aonung sonrió genuinamente y Neteyam desvió la mirada– Vamos a esa piscina marcada justo a la izquierda del lago a las 8.

– Entendido.

Después de eso, ambos dirigieron su atención a los demás, entablando diferentes conversaciones hasta que llegó el momento de irse.

...

Se reunieron en la playa poco después de las ocho de la tarde, dejando las toallas y las bolsas lejos del agua. Tsireya les hizo sentarse en círculo mientras les repasaba diferentes tipos de ejercicios de respiración que les ayudarían a nadar un poco mejor en caso de que quisieran probar la natación subacuática en su lugar.

– Hay que respirar desde aquí –explicó, colocando sus manos sobre las costillas de Lo'ak y elevándolas hasta su pecho con un ligero sonrojo.

– Tu corazón late demasiado rápido. –ella frunció el ceño y él pronunció una débil disculpa.

Neteyam compartió una mirada de complicidad con Rotxo, quien también pareció darse cuenta de la creciente tensión entre ellos. Fue bastante lindo ver a su hermano enamorarse. Se preguntó si tendría uno pronto y sus ojos traidores tuvieron la audacia de mirar a Aonung. Apartó la mirada y se centró en las enseñanzas de Tsireya.

A las 9:30 todos se dieron un rápido chapuzón, ya que también habían mejorado su respiración y Neteyam dio por terminada la noche, acompañando a sus hermanos a sus habitaciones. Tuk siguió soñolienta a Kiri, los chicos los acompañaron de regreso mientras Lo'ak caminaba con Tsireya para dejar las toallas en el cuarto de lavado.

Aonung se le quedó mirando y habló.

– ¿No te quedas un rato más?

– Es tarde.

Campamento Awa'atluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora