17. Canela fresca

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Neteyam había tenido la intención de meterse en la cama sin más interacciones, pero su hermano no tenía la intención de dejarlo libre tan fácilmente.

Siguió haciendo ruidos de gato y haciendo "psps" hasta que Neteyam finalmente se giró para mirarlo en la oscuridad.

– ¿Qué?

– ¿Me vas a decir qué pasó o no?

– Son las 2 de la madrugada, vete a dormir. –Neteyam siseó.

– Está bien, pero entonces dejaré que mi mente corra libremente y eso es lo que voy a creer que pasó entre ustedes dos. Lo'ak susurró maliciosamente mientras se recostaba.

Neteyam pensó en la hora anterior. Sus oídos resonaron con el recuerdo de Aonung subiéndole a la encimera del lavabo y el crujido del espejo cuando su espalda chocó contra él.

Sus brazos se habían enrollado alrededor del cuello de Aonung, sus piernas se habían abierto para que Aonung se interpusiera entre ellos mientras sus manos se introducían bajo la ropa de Neteyam.

Aonung lo besó, lo bastante fuerte como para que sintiera su aroma a canela y mar, sus labios magullados mientras sus caderas se perseguían y luego, cuando ya no tenían más aire, Aonung pasó a atacarle el cuello con besos descuidados a boca abierta. Neteyam jadeó, arqueó la espalda para apretarse contra las manos exploradoras de Aonung y su cabeza cayó hacia un lado cuando Aonung le lamió el cuello. 

– Carajo, estás muy caliente. –Aonung había exhalado reverentemente contra él.

Sus manos tanteaban los muslos de Neteyam, los dedos se deslizaban bajo el dobladillo de sus pantalones mientras Aonung intentaba sentir más.

– Por favor, déjame tocarte. –suplicó, con los dedos bailando tan cerca del dolorido problema de Neteyam que éste apenas podía responderle.

– ¿Están bien? –la voz de Tsireya gritó suavemente justo afuera de la puerta del baño.

Se congelaron.

La cabeza de Aonung cayó sobre su hombro mientras respiraba temblorosamente para recuperar algún tipo de compostura. Neteyam podía sentir la forma en que el cuerpo de Aonung temblaba contra el suyo.

– Sí, ¿necesitas algo? –él volvió a llamar.

– Se está haciendo muy tarde. Ahora vamos a recoger, deberíamos irnos a la cama. –parecía tan arrepentida que a Aonung le había resultado difícil enojarse con ella.

– Está bien, iremos a ayudar en un segundo.

Cuando estuvieron seguros de que ella se había ido, soltaron el aliento que estaban conteniendo y la mano de Neteyam acarició los rizos sueltos de Aonung.

– Deberíamos parar. –él susurró.

– ¿Quieres hacerlo?

– Si y no. –Neteyam respondió honestamente– Realmente no lo he hecho; no creo que debamos apresurarnos ahora. Por favor.

Aonung miró sus ojos entrecerrados y sus labios hinchados durante un largo minuto, y le resultó difícil alejarse de él. Neteyam se echó hacia atrás un poco, todavía acariciando su cabello y Aonung no pudo evitar que la sonrisa de adoración se deslizara por su rostro.

– Está bien. –susurró en respuesta– Cuando estés listo.

Se tomaron un momento para ponerse presentables y compartieron un beso rápido antes de irse para ayudar a los demás.

–Está bien, está bien. –Neteyam confesó– Nos besamos, hacía calor y no puedo creer que todos ustedes planearan eso.

– Lo sabía. –Lo'ak se rió antes de calmarse cuando Spider soltó otro desagradable ronquido.

Campamento Awa'atluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora