13. Sutil sintonía

564 92 0
                                    


DÍA 33 - MARTES

Tonowari se acercó sigilosamente a su mujer y miró por encima del hombro la carpeta en la que estaba escribiendo.

- No eres muy silencioso, sé que estás aquí. -dijo en voz alta, pasando la página hacia el nombre de otro campista.

- Tienes un oído excelente, corazón. -él siguió jugando, parándose a su lado y poniendo una mano en su espalda- ¿Cómo va todo hoy?

Ella tarareó suavemente, cerrando los ojos por un segundo mientras los grandes dedos su esposo masajeaban suavemente su dolorida columna.

- Hasta ahora no ha pasado nada. Están colocando las sillas musicales.

Los ojos de Tonowari viajaron de los archivos al campo de niños que cargaban sillas de todas las formas y tamaños. Algunos de los niños más pequeños hacían que los mayores también los cargaran, gritando que eran caballos que iban a la batalla y un coro de risas siguió cuando un niño se cayó, pateó el aire y declaró la derrota.

Iba a extrañar a este grupo; todos parecían encajar perfectamente y apenas tuvo que intervenir al enviar niños a casa este año. Los pequeños incidentes que ocurrieron hasta ahora no fueron muy importantes; sí, pensó en el problema de las medusas, pero en general eran manejables. Sus ojos encontraron a su hijo un poco desviado y, para su sorpresa, el mayor Sully estaba cerca de él.

- Aonung ha mejorado este año, ¿no?

- Él ha cambiado. ¿Por qué lo preguntas, amor?

Tonowari inclinó la barbilla en dirección a ellos.

- Él y Neteyam se hicieron amigos.

Ronal siguió su visión hasta donde estaba su hijo, con una sonrisa en sus labios mientras se agachaba para decirle algo al otro que le valió un empujón juguetón.

- Muy cercanos si me preguntas. -ella confesó.

- ¿Cercanos?

- Los atrapaste la otra noche, ¿qué te parece?

- Lo picaron. Aonung estaba ayudando a tratarlo.

Ronal estaba a punto de responder cuando ella hizo una pausa y luego comenzó de nuevo.

- ¿Qué es lo que ves?

Tonowari los miró de nuevo, con la boca abierta en silencio mientras la mano de Aonung recorría el brazo de Neteyam, sus dedos entrelazados detrás de sus espaldas en un rápido apretón antes de alejarse nuevamente.

Eso era algo en lo que querían pasar desapercibidos y Tonowari no pudo evitar sentir que había invadido su privacidad y rápidamente se había vuelto hacia su esposa.

- No han sido tan cautelosos como creen -sus labios se curvaron en las comisuras- Tampoco nuestra hija y el otro niño Sully.

- Eso sí lo vi, pero Aonung... -buscó las palabras- Él no solía hacer eso.

- Tal vez que los Sully vinieran aquí no fue tan mala idea. -dijo ella, tocando su antebrazo.

Levantó una ceja.

- Entonces podríamos invitar a los padres a-

- No.

- Corazón per-

- No me presiones. Ya he tenido que aceptar que dos de ellos posiblemente se unan a la familia. No quiero ver a esa maliciosa madre suya tan pronto.

Tonowari se rió entonces, presionó a su esposa contra su costado y le dio un beso en la sien. Ella era tan maliciosa como Neytiri, pero Tonowari conocía su lugar y no expresó más su opinión.

Campamento Awa'atluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora