19 - Un nuevo comienzo

10 2 0
                                    

Tania

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tania

El calor del cuerpo de Félix tras de mí es inconfundible, y también el de los demás. Mientras avanzamos entre la multitud, los roces inevitables contra mi brazo me hacen notar lo sudados que están. Es asqueroso, pero no digo nada.

Después de abrirnos paso, finalmente encontramos un espacio para bailar. La música cambia a un ritmo más suave, envolviendo el ambiente con una invitación a dejarse llevar. Las luces, que cambian de color constantemente, crean un escenario casi irreal.

Estamos cerca, muy cerca. Me muevo al compás de la música, y Félix no aparta la mirada de mí, detallando cada uno de mis movimientos. Nunca he sentido timidez con nadie antes, pero con él es diferente. Me aterra dar un paso en falso y destruir esta burbuja que parece frágil pero intensa.

La sonrisa de Félix no se borra ni por un instante. Él no tiene miedo de mostrar lo que siente, no es como yo.

Lo intento.

Intento dejar que las cosas fluyan, aunque el miedo me carcoma.

-Tengo miedo -confieso casi en un susurro.

-¿De qué?

-De ti.

Félix toma mi rostro entre sus manos, acercándose un poco más.

-Yo también lo tengo, princesa -admite con una honestidad que me desarma-, pero ¿qué es la vida sin miedo? La vida sin emociones no es nada. No quiero una vida sin emociones para mí, y no la quiero para ti. Quiero que sientas, y quiero sentir. Si esto que estamos viviendo es duradero, lo sabremos con el tiempo.

-¿Y si no? -mi voz tiembla, reflejando el nudo en mi garganta.

-Serán los mejores recuerdos -responde con una tristeza apenas disimulada.

La emoción en sus palabras hace que el nudo en mi garganta se intensifique. Lo único que logro decir es:

-No quiero ser un recuerdo para ti.

-Ni yo quiero que lo seas. Y sé que no lo serás.

-No seremos un recuerdo -afirmo, tratando de convencerme a mí misma-. Sé que no.

Su sonrisa me devuelve algo de paz. Me inclino hacia él y dejo que mis labios rocen los suyos. Es un toque tan delicado, pero transmite tanto. El beso se profundiza, lleno de ternura y calidez.

Bailamos por un largo rato en silencio, dejándonos llevar por el ritmo de la música. Mi mente, sin embargo, está inundada de preguntas sin respuestas.

Unas carcajadas en mi oído me traen de vuelta al presente. Su aliento cálido roza mi cuello mientras me dice:

-Eres muy buena bailando, princesa. Supongo que no hay nada que hagas mal.

-Lo sé -respondo con una sonrisa segura.

Tomo sus manos y las coloco en mis caderas, moviéndome lentamente. Al principio, Félix parece un poco torpe, sorprendido por mi arrebato, pero pronto me sigue, recuperando el ritmo.

Cada movimiento nos acerca más, hasta el punto en que siento como si nuestros cuerpos quisieran fundirse. Cuando nuestras miradas se cruzan, noto cómo sus pupilas están dilatadas, llenas de emoción.

De pronto, la música cambia a algo más rápido, como si el DJ hubiera leído mis pensamientos. Nuestras miradas siguen fijas mientras nos movemos al compás del nuevo ritmo. Sus manos se aferran con más fuerza a mis caderas.

-¿Qué pasa, señor Anderson? -pregunto en tono de burla-. ¿Tiene algún problema?

-Ninguno, señorita Ferreira -responde con una sonrisa pícara que hace que mi corazón dé un vuelco-. ¿Y usted?

-Sí, un solo problema -confieso, bajando la mirada por un instante, buscando valor.

Siento el contacto cálido de Félix en mi mejilla. Su tacto es suave, como si temiera romper algo frágil.

-Me asustas, princesa -dice en tono dramático, aunque su ceño fruncido delata su preocupación-. Tú nunca agachas la cabeza. No me gusta que esta sea la primera vez.

-Tengo que decirte algo -mi voz tiembla, delatando mi nerviosismo.

-Lo sé. No hace falta que lo digas. Ya lo sé -sus palabras son tranquilas mientras acaricia mi brazo con delicadeza.

-Sé que lo sabes, pero quiero decirlo.

-Entonces dilo, princesa.

Tomo una profunda respiración antes de soltarlo.

-Te quiero -digo al fin. Ya no es un "te odio". El significado de esas palabras ha cambiado por completo.

La sonrisa de suficiencia de Félix hace que quiera perder la paciencia por un instante.

-Yo también te quiero, princesa -responde sin titubear.

-Ya lo sabía. Eres demasiado obvio.

Sonrío, y en un gesto impulsivo, me inclino hacia él. Sus labios se presionan contra los míos, demandando atención. El beso se profundiza, llenándome de una calidez que jamás había sentido antes.


***

Gracias por leer, no olvides comentar y dejar tu voto.

Amor de carrera (Bilogía Carrera - libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora