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— ¿Y bien? — Me cruzo de brazos frente a Alex — Me vas a decir que necesitas

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— ¿Y bien? — Me cruzo de brazos frente a Alex — Me vas a decir que necesitas.

— Estás diferente. — Se incorpora en su silla de forma nerviosa. — Caramelo te extraño.

— ¿De verdad? — Alzo las cejas — Entonces si es así — Me acerco a él haciendo sonar mis botas por su oficina hasta correr la silla para sentarme en sus piernas — ¿Harías cualquier cosa para hacerme feliz? — Acaricio su cabello con delicadeza acercando mi rostro a su mejilla pasando mi nariz por su barba y cuello haciéndolo suspirar.

— Lo que sea — Sus manos apresan mi cintura. — Pídeme lo que quieras Caramelo.

— Primero dime que me amas — Hablo en su oído de forma lenta — Digalo ministro.

— Te amo. — Me toma de la barbilla para verme a los ojos — Te amo Sara.

— Entonces vas a hacer algo por mi ¿verdad? Algo por tu esposa — Beso los dos dedos que tiene encima de mis labios.

— Lo que mi esposa quiera y desee lo tendrá ahora y siempre. — Me mira fijamente con la respiración agitada.

— Entonces devuelveme mi título de primera dama. — Hago un lindo puchero y sonríe colocandome en su erección sacandonos un gemido — ¿Vas a hacer eso por mi?

— Es solo un título y un trozo de papel — Jadea cuando me muevo en círculos.

— Pues yo lo quiero. — Me acerco a sus labios y lo tomo con mis dientes para darle una leve mordida que lo hace gemir.

— Entonces lo tienes — Me sujeta mi mano para apartarla de su rostro para tomarme de la nuca y besarme.

Deboro su boca mientras le voy quitando la camisa, ambos gemimos por los besos ardientes. Paso mi mano por su pecho desnudo, me muerdo el labio y me siento afortunada que ya me comeré a dos Morgan en tan poco tiempo.

Aparto sus pantalones con prisa, me coloca en el escritorio y se pone de pié para quedar desnudo ante mi después tomarme de las caderas acercándome a él. Gimo cuando su erección golpea mi coño y no puedo evitar sonreír por mi jodida suerte.

Quiera o no comerse a dos Morgan es premio. Amarlo no tanto pero comerlo... ahí cambia la cosa.

— Mételo de una vez — Demando y me adentra con brusquedad haciéndome gritar, cae sentado en la silla conmigo arriba por lo que comienzo a montarlo, salto con fuerza y precisión sintiendo como llega tan dentro.

La puerta es tocada repetidas veces pero lo ignoro haciéndolo más rápido. — Mierda. Quien molesta ahora. — Gruñe mi esposo sujetandome de las caderas sacándose una de mis tetas de su boca.

Un destino diferente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora