La fiesta del Día de Acción de Gracias llegó y transcurrió rápidamente. Denny preparó una cena realmente fabulosa y Lauren salió después de decir «disfrutad de la cena», sin molestarse en compartirla con nosotros. No volvimos a verla hasta la noche. Denny
había cocinado un pequeño pavo glaseado, como había visto hacer en un programa de cocina en la televisión, relleno con arándanos y acompañado con puré de patatas. Yo preparé la ensalada..., que fue
lo único que me dejó que le ayudara a hacer. Me senté en la encimera y le hice compañía durante todo el día mientras trajinaba en los fogones. Denny no dejaba de sonreír y de besarme, y parecía muy contento. Yo procuré mostrarme tan animada como él. Traté de no preocuparme de adónde había ido Lauren..., o con quién podía estar.
Mientras Denny recogía después de cenar (era un novio ideal), llamé a mi familia para manifestarles mi cariño, evitando hablar
directamente con mi hermana. Aún no me sentía con ánimos de afrontar ese problema. Sabía que era ridículo. Algún día tendría que volver a hablar con ella, pero aún no, no cuando las cosas estaban tan tensas entre Lauren y yo. Mis padres me preguntaron si iría en Navidad. Ya habían comprado los pasajes para los dos —la indirecta no podía ser más directa—, y habían preparado mi habitación para Denny y para mí. Eso me sorprendió. Nunca habían permitido que
conviviéramos bajo su techo. Supuse que debían de echarme mucho de menos. Con tono compungido, les dije que Denny quería que fuera con él a Australia, aunque aún no había decidido lo que iba a hacer. Y,
conociendo a Denny, probablemente también había comprado nuestros billetes..., por si acaso.
Mis padres se mostraron claramente disgustados por la noticia, y, aunque la conversación tomó otros derroteros, comprendí que durante los próximos días no dejarían de hablar de ello. Colgué
lamentando haberles dado ese disgusto. Aún no le había dicho a Denny lo que pensaba hacer, aunque me lo había preguntado en
varias ocasiones. Todavía no lo sabía. No sabía qué decisión tomar, a quién herir... Odiaba ese tipo de decisiones. Era una situación ingrata, pues alguien resultaría inevitablemente lastimado, mis padres o
Denny. En cuanto a Lauren..., aunque su última crueldad conmigo haría que me resultara más fácil dejarla, no dejaba de disgustarme.Mi enojo hacia ella iba en aumento, como había sucedido con nuestro flirteo no hacía mucho. Tan sólo unas semanas atrás, Lauren y yo éramos casi inseparables, pero ella se había hecho ahora inseparable de casi medio Seattle... y de Candy. Ésta había seguido el
consejo que yo le había dado, y poco después del Día de Acción de Gracias se había presentado en el bar de Pete. Al reconocerla, y dirigiéndome una mirada que indicaba con claridad «sé que tú también la has reconocido», Lauren había pasado toda la noche pegado a ella.
Y cuando digo toda la noche, me refiero a toda la noche. Tuve que escuchar una y otra vez la «admiración» que sentía Candy por las
habilidades de Lauren a través de los delgados tabiques de nuestro apartamento.
Su expresión satisfecha cuando me topé con ella en los pasillos de la universidad el lunes por la mañana creo que fue la gota que
colmó el vaso. Era una expresión que decía «tomé lo que sé que deseas en secreto, y gocé cada segundo que estuve con ella».
Eso me hizo polvo. Esa noche, por fin estallé.
Pete, y supongo que Griffin o Lauren, habían decidido convertir la noche de los lunes en la noche de las mujeres, con copas a dos
dólares hasta medianoche. Por tanto, el bar estaba abarrotado de mujeres en edad universitaria que bebían hasta emborracharse. Los chicos de la banda estaban allí, como es natural, y pasándolo en
grande con su nutrido harén de mujeres bebidas.
Lauren se comportaba con descaro. Tenía a una putilla con un corte de pelo como un casquete sentada de forma provocativa en sus rodillas, chupándole el cuello. Ella se divertía de lo lindo acariciándole el
muslo. Ninguno de los otros chicos les prestaban la menor atención; todos tenían sus propias mujeres. La chica señaló el cuarto del personal con gesto provocador. Lauren sonrió y negó con la cabeza.
Era natural. ¿Por qué iba a follársela ahora, cuando podía llevarla a casa más tarde y subirla a su habitación, para fastidiarme toda la noche con los ruidos que hacían? Esa idea me enfureció. ¿Por qué me importaba tanto lo que hiciera?
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INCONSCIENTE
FanfictionADAPTACIÓN ⚠️ G!P En los dos años que lleva de novia de Denny, Camila cree que ha encontrado al hombre que siempre ha deseado. Cuando los dos se mudan a una nueva ciudad para empezar a vivir juntos, donde Denny encontrará el trabajo de sus sueños y...