COMO DEBE DE SER

389 26 6
                                    

A la mañana siguiente, Lauren entró en la cocina poco después que yo. Llevaba la misma ropa; su pelo se había secado de forma que lo llevaba alisado hacia atrás. Sus ojos mostraban un profundo cansancio y estaban aún un poco enrojecidos. La noche anterior había llorado mucho. La miré indecisa. Ella se detuvo en la puerta, mirándome también indecisa. Al cabo de unos instantes, suspiró y se acercó a la
cafetera, donde me hallaba yo esperando a que el café estuviera listo.

-¿Paz? -preguntó, alzando las manos frente a ella.

Asentí con la cabeza.

-Paz.

Ella se reclinó contra la encimera, apoyando las manos en ella.

-Gracias... por quedarte conmigo anoche -murmuró, fijando la mirada en el suelo.

-Lauren...

Pero ella se apresuró a interrumpirme.

-No debí decir lo que dije, tú no eres así. Lamento haberte asustado. Estaba furiosa, pero jamás te haría daño, Camil..., al menos
intencionadamente. -Me miró a los ojos; su voz era serena, pero sus ojos traslucían preocupación-. Me pasé de frenada contigo. No debí colocarte en esa situación. Tú no eres... No eres en modo alguno... - Desvió la vista, abochornada-... una puta -concluyó con tono quedo.

-Lauren...

Me interrumpió de nuevo.

-Jamás habría... -Suspiró y dijo con voz casi inaudible-: Jamás te forzaría, Camila. Yo no... No soy... -Se detuvo y dejó de hablar, fijando de nuevo la vista en el suelo.

-Ya sé que no lo hubieras hecho. -De pronto, no sabía qué decir. Yo era tan responsable como ella de lo ocurrido, y me sentía fatal. -Lo siento. Tenías razón. Yo... te provoqué. -Apoyé una mano suavemente en su mejilla y la obligué a mirarme a la cara. Su maravilloso rostro mostraba una profunda tristeza y arrepentimiento-.
Lamento todo lo ocurrido, Lauren. -Su dolor me partía el corazón.

Ella me miró de forma extraña.

-No... Estaba furiosa. Fui yo quien obré mal. Tú no hiciste nada. No tienes que disculparte por...

-Por supuesto que sí -la interrumpí, bajando la voz-. Ambas sabemos que soy tan responsable como tú. Fui demasiado lejos, al igual que tú.

Arrugó un poco el ceño.

-Me dijiste con toda claridad que no..., una y otra vez. Yo desoí tus ruegos..., una y otra vez. -Suspiró de nuevo y apartó mi mano de su mejilla-. Me porté muy mal. Fui demasiado lejos. -Se pasó una mano por la cara-. Lo... lo siento.

-No, Lauren..., no te lo dije con suficiente claridad. Te envié unas señales contradictorias. -Mis palabras decían «no», pero mi cuerpo le decía otra cosa. ¿Cómo iba a sentirse responsable de eso?

-«No» es lo suficientemente claro, Camila -dijo con vehemencia-. «Basta» es lo suficientemente claro.

-No eres un monstruo, Lauren. Sé que jamás habrías...

Ella volvió a interrumpirme.

-Tampoco soy un ángel, Camila..., ¿recuerdas? Y no tienes idea de lo que soy capaz -concluyó en voz baja, mirándome con cautela.

No comprendía a qué se refería con eso, pero me negaba a creer que fuera capaz..., que alguna vez llegara a forzarme.

-Las dos nos equivocamos, Lauren -dije, acariciándole de nuevo la mejilla-. Pero me consta que jamás me forzarías.

Ella me observó con gesto consternado, y luego me estrechó con fuerza contra ella. Le eché los brazos al cuello y, durante unos instantes, creí que habíamos retrocedidos unos meses, que tan sólo éramos unos amigas que se consolaban mutuamente. Pero... no era así.
Nuestra amistad había dado paso a la pasión, y, una vez prendida la mecha, era imposible dar marcha atrás.

INCONSCIENTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora