TE AMO

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Me estrechó entre sus brazos dentro de su frío coche mientras nuestro aliento formaba unas nubecillas de vaho, pero ninguna de las dos estábamos dispuestas a abandonar ese lugar seguro y aislado.

Por fin, los primeros rayos de sol asomaron en el cielo. En el aire flotaba una bruma que aparecía suspendida sobre la acera, haciendo que el mundo entero ofreciera un aspecto etéreo y de ensueño.

Deseaba que ese momento fuera un sueño del que no tuviera que despertarme jamás, pero esos rayos de sol dorados no sólo trajeron luz a mi universo, sino también la realidad.

-Debes entrar -murmuró ella, abrazándome con fuerza.

Me aparté para mirarla.

-¿Y tú? ¿No vas a entrar? -pregunté, tratando de reprimir el pánico que denotaba mi voz.

Me miró con calma.

-Antes tengo que hacer algo.

-¿Qué?

Sonrió pero no respondió a mi pregunta.

-Anda, entra..., todo irá bien. -Me besó suavemente en los labios y alargó el brazo para abrir la puerta.

Cuando me bajé, murmuró «te amo», tras lo cual se deslizó hacia mi lado en el coche y levantó la cabeza, pidiéndome otro beso.

Asentí y me agaché para oprimir mis labios contra los suyos, incapaz de articular palabra debido al nudo que tenía en la garganta.

Luego, se deslizó de nuevo hacia su lado del asiento, arrancó el coche y partió. Yo me enjuagué un par de lágrimas en mis mejillas.

Cuando entré en la habitación, Denny dormía como un tronco. Sentí un profundo sentimiento de culpa cuando tomé una muda y me dirigí sigilosamente al baño para refrescarme. Cuando terminé, miré la

puerta de Lauren y experimenté el extraño deseo de tumbarme sobre su cama. Lo cual habría resultado bastante difícil de explicar si Denny se despertaba y me encontraba allí. Bajé para prepararme un café y me senté a la mesa, tratando de asimilar todo lo que había sucedido en las últimas horas. Era asombroso cómo podían cambiar las cosas

en un día. Me bebí el café y contemplé la silla vacía en la que solía sentarse Lauren.

¿Adónde había ido?

¿Por qué no quería pasar el día conmigo?

Al cabo de un rato, cuando Denny bajó, dispuesto a afrontar una jornada de trabajo, se despidió de mí con un tierno beso. Me sentí de nuevo culpable cuando sus labios rozaron los míos. Experimenté una extraña sensación de traición, no por haber estado con Lauren, sino por estar ahora con él. Me había sentido culpable en muchas ocasiones, pero nunca había experimentado una sensación tan potente como la traición. Me pilló por sorpresa, pero me apresuré a

arrinconarla al fondo de mi mente. No podía pensar en eso ahora. De momento, mi novio era Denny, aunque supongo que Lauren también lo era.

«¿Qué voy a hacer?»

Esa decisión me abrumó, eclipsando la

simple cuestión de dónde pasar las vacaciones invernales.

¿No podía seguir preocupándome simplemente de eso?

Me tumbé en el sofá para meditar sobre ello..., y no me desperté hasta la hora de tomar el autobús para ir a trabajar. Vaya, ese día me había saltado las clases. Debía tener más cuidado, o perdería mi preciada beca. Por suerte, siempre me afanaba en repasar las lecciones después de asistir a clase en la universidad, aunque en el aula estuviera distraída.

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