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Zee no se dirigió directo al piso, sino que paró en un aparcamiento cercano y estacionó el deportivo en una plaza vacía.

—Tenemos que comer algo. Este es el mejor restaurante italiano de la zona, pero no te preocupes, no es nada pijo.

Salió del coche, lo rodeó de una carrera para abrir la puerta del copiloto y ofreció a NuNew la mano para ayudarlo a salir.

—Pero es que... No voy muy elegante, que digamos—protestó él .

Llevaba los vaqueros y el jersey que se había puesto para ir a la clínica, y era consciente de que estaba hecho un asco. Física y emocionalmente.

—Estás precioso, pero sé que ha sido un día duro. ¿Te apetece entrar?—

—Un montón. Me encanta la comida italiana y estoy muerto de hambre.—

Y así era. Por la mañana no había desayunado porque se había quedado dormido y la hora de la comida se les había pasado mientras esperaban en comisaría.

Zee le sujetó la puerta y lo invitó a pasar con una mano en la parte baja de la espalda. ¡Madre mía, qué modales! NuNew tendría que felicitar a Helen por educar tan bien a su hijo. No era capaz de recordar la última vez que un tío había echado a correr para abrirle la puerta. Probablemente... nunca.

La iluminación del restaurante era tenue. En el centro de cada mesa había una vela ancha y alta. No era una pijada, pero tampoco era un cuchitril.

—Me alegro de volver a verlo, señor Panich —comentó una chica guapísima de largas piernas mientras le indicaba una mesa en una esquina y esbozaba una sonrisa que parecía sacada de un anuncio de dentífrico.

Tras sentarse Zee pidió una caña y NuNew un té helado. La rubia zalamera estuvo remoloneando y, cuando por fin se marchó por las bebidas, NuNew respiró aliviado:

—¡Menuda fresca!

Se arrepintió de aquel comentario en cuanto lo hizo. ¿Qué le importaba a él si una mujer ligaba con Zee ? Igual a él le gustaba.

—¿Quién? ¿Kate?

Zee lo miró sorprendido mientras cerraba la carta. Obviamente ya había decidido lo que iba a pedir.

—¿Se llama así? A mí no se me ha presentado. Parecía mucho más interesada en ti.—

« Cállate, idiota. Pareces un novio en pleno ataque de celos» .

—No estaba ligando conmigo. Soy un cliente habitual. Tiene que ser amable—repuso encogiéndose de hombros.

Madre de Dios, el pobre no se enteraba de nada. NuNew se concentró en la carta para olvidarse del tema.

—Tú ya conoces el sitio, ¿alguna sugerencia?—

—Todo está buenísimo. Yo voy a tomar el pollo al parmesano.—

NuNew miraba la carta como un niño delante de una tienda de golosinas. Llevaba tanto tiempo sin ir a comer a un restaurante que ya no estaba acostumbrado a elegir entre tantos platos.

—No sé qué pedir.

Cuando por fin levantó la mirada de la carta, vio que Zee estaba sonriendo.

—Parece que te estuvieras devanando los sesos para resolver un problema complejo.—

—¿Se nota que no salgo mucho? —Se rio burlándose de sí mismo.

Zee le dedicó una mirada tan intensa y penetrante que sintió cómo una ola de calor se propagaba por su cuerpo hasta recorrer cada centímetro de su piel.

ZEENUNEW - EL TESORO DEL MILLONARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora