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NuNew siguió temblando mientras Zee lo levantaba en sus recios y musculosos brazos, y la mecía contra su robusto cuerpo. ¿Acababa de decirle que lo llevara a la cama y le hiciera lo que quisiera? Sí, se lo había dicho y la idea la hacía estremecerse. Le había dicho la verdad. Estaba harto de intentar frenar la atracción que sentía por él; una atracción mucho más intensa que la química. Teniendo en cuenta que nunca se había sentido así por nadie, la lucha era en vano y el resultado, inevitable. Ardía en deseos de que lo penetrara. Él y nadie más que él.

Se había buscado la vida y tenía dos dedos de frente, así que lo normal habría sido que hubiera sabido resistirse a la tentación, pero a NuNew nunca le había atraído un hombre como Zee Panich. Para él era un enigma, un misterio por resolver. Brusco, abrupto, astuto..., pero también considerado, atento y, de vez en cuando, vulnerable; cada vez que dejaba entrever esa cualidad a NuNew le entraban ganas de abrazarlo fuerte para consolar su alma atormentada. Estaba convencido de que a Zee Panich le habían hecho daño en algún momento de su vida. ¡Y mucho! ¿Cómo podía resistir el anhelo que sentía por él? Necesitaba pasar una noche con él, experimentar un deseo auténtico. Sabía que, si no aprovechaba esta oportunidad, se arrepentiría el resto de su vida. Aunque solo fuera un presentimiento, las duras circunstancias en las que se había criado de niño le habían enseñado a hacer caso a su intuición.

Y esta noche su intuición no había parado de implorarle a gritos que aceptara la propuesta de Zee, de repetirle que aprovechara la oportunidad de experimentar una pasión y un deseo muy superiores a los que había sentido hasta ese momento y que era probable que nunca volviera a sentir.

Sus pies rozaron la suave alfombra del dormitorio de Zee cuando este fue a dejarlo en el suelo y sus cuerpos se deslizaron uno contra el otro hasta que logró apoyarse en ambos pies. Mientras inclinaba la cabeza para besarlo, Zee tenía un gesto apremiante y los ojos rebosaban de sed y deseo. Una necesidad acuciante la abrasó por dentro y estrechó los brazos alrededor de su cuello. Él le saqueó la boca, enterró los dedos entre su pelo y lo atrajo. Bajó una mano para agarrarlo del trasero y frotar sus penes erectos y duros. NuNew gimió dentro de su boca deseando que lo penetrara. Estaba duro, listo para que lo poseyera.

NuNew necesitaba mayor contacto, se moría por tocar su piel desnuda, así qué lo cogió de la camisa para quitársela.

—No —ladró apartando la boca de la suya y sujetándolo de la muñeca.

—Necesito tocarte —jadeó perplejo ante su radical cambio de actitud.

—Tienes que desnudarte. Tenemos que hacerlo a mi manera —le susurró—. Te dije lo que quería y lo dije en serio.—

Aunque utilizó un tono exigente NuNew detectó una pizca de vulnerabilidad. En aquel momento deseaba que le poseyera más que nada en el mundo, así que se apartó y se quitó la camiseta. Se desabrochó los vaqueros de diseño y se bajó la cremallera mirándolo a los ojos, sin mostrar timidez o duda alguna. Fue contoneando las caderas para bajarse los pantalones ajustados y, cuando los tenía por los tobillos, los lanzó al suelo de un puntapié. Se quedó de pie sin dejar de mirarlo a los ojos, cubierto solo con unos diminutos y ajustados calzoncillos negros.

—¡Madre mía! Eres lo más hermoso que he visto en la vida — exclamó con veneración mientras le acariciaba la mejilla.

Entonces deslizó un dedo despacio por su rostro y siguió bajando por el cuello hasta llegar al pecho.

—Qué va. Es la ropa interior que es muy cara —respondió con apenas un hilillo de voz, pues Zee le estaba acariciando los pezones con las yemas de los dedos y aquel roce la hacía estremecerse de deseo.

—No, eres tú . Eres perfecto.—

NuNew contoneó los hombros. Gimió mientras sus manos le recorrían el cuerpo entero, le amasaban la carne tierna y jugaban con sus pezones sensibles, como un hierro candente que dejara su marca allá donde tocara.

ZEENUNEW - EL TESORO DEL MILLONARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora