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—No sé qué te da mi hermano, pero si, cuando acabe contigo, acudes a mí, te daré más.

El silencio fue interrumpido por una sensual voz masculina que le susurró al oído. NuNew se pegó tal susto que, de no haber sido por la fornida mano que la cogió de la cintura, se habría caído del embarcadero.

—Eeeh..., tranquilo.—

NuNew se giró hacia la voz, que ya sabía de quién era. Net lo acorraló, poniéndole las manos en los costados para evitar que huyera.

—¿Qué..., qué dices?

Aquel hombre no le afectaba lo más mínimo, pero no le hacían ninguna gracia las confianzas que se estaba tomando.

—Te pagaré. La suma que me digas y del modo que elijas.

Aquella mirada tan fría lo hizo estremecer. ¡Dios mío! Le estaban dando arcadas. Tragó saliva y observó aquel rostro con aspecto de deidad, incapaz de creer que se le estaba insinuando.

Como si fuera una ramera. Un furcio.

Un prostituto.

En su interior la ira se despertó como un ave fénix y empezó a aumentar y a hacerse cada vez más intensa. Una rabia incontenible le nubló la visión y su cuerpo comenzó a temblar.

—A Zee no le importará —le aseguró Net, poniéndole la mano sobre el hombro.

Su comentario le atravesó el cuerpo entero y lo hizo saltar. Pero ¿qué narices se pensaban los Panich? ¿Que podían comprar a toda persona a la que se quisieran tirar? Echó el brazo hacia atrás y le pegó una bofetada... con todas sus fuerzas. Al golpear su arrogante rostro sonriente se produjo un chasquido que irrumpió en la oscuridad casi silenciosa, retumbando en la paz de la noche.

—James tenía razón. Eres una víbora —le espetó temblando de rabia.

—¿James ? ¿James Wongwisut?

Net estaba atónito. No sabía si se había quedado así por la bofetada o por oír el nombre de James , pero tampoco le importaba. Lo apartó de un empujón y echó a correr. Se salió del camino iluminado y corrió por el césped recién segado hasta llegar a la entrada de la casa. Corrió entre los coches buscando a Foei, que esperaba pacientemente en el Mercedes. Abrió la puerta del coche y se instaló en el asiento del copiloto.

—Llévame a casa, por favor —le rogó con un nudo de lágrimas en la garganta que le quebraba la voz—. Por favor.

—¿Se encuentra bien, señor NuNew ?—

Aunque estaba oscuro y no podía verle la cara supo por la voz del chófer que estaba preocupado.

—No me encuentro bien. Tengo que irme a casa —afirmó incapaz de ocultar la desesperación con la que se lo pedía.

—¿Puedo hacer algo por usted?—

—Sí. Llévame a casa. Me pondré bien.—

No se pondría bien. Ni ahora ni mañana. Seguramente tardaría mucho tiempo en recuperarse, pero eso no se lo dijo.

El bueno de Foei no le hizo más preguntas. Arrancó el vehículo y se dirigió directo al piso.

A NuNew le temblaban las manos mientras se esforzaba por que las lágrimas que le inundaban los ojos no rebosaran. No podía llorar. No tenía motivos para hacerlo. Los Panich tan solo estaban haciendo lo que para ellos era normal. Quién tenía el problema era él . Había hecho una absoluta estupidez: no había logrado resistirse a enamorarse de Zee Panich. Estaba locamente enamorado. Lo amaba con una pasión y un desenfreno que en nada se parecían al amor que había sentido por su ex. Este amor lo tenía hecho un lío, le arañaba el alma y le revolvía las entrañas; era el tipo de amor que lo haría sufrir. Y mucho.

ZEENUNEW - EL TESORO DEL MILLONARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora