15

946 97 2
                                    


NuNew cerró a sus espaldas la pesada puerta de madera del despacho del gerente de un restaurante. Se apoyó en él y suspiró al borde de la desesperación. Era la undécima entrevista que hacía en diez días y todas, incluida esta, habían sido una auténtica pérdida de tiempo. Nadie quería contratar a un universitario que tardaría pocos meses en acabar la carrera. Ningún restaurante estaba interesado en un camarero que posiblemente dejaría el trabajo en seis meses para buscar un puesto relacionado con su vocación. NuNew no podía culparlos por ello, pero necesitaba un trabajo como comer.

Volvió a salir avergonzado del despacho de otro gerente que no estaba dispuesto a contratarlo ni siquiera a media jornada y, al pasar por la parte trasera del restaurante, escuchó sonidos que le resultaron extremadamente familiares: el ruido de platos al chocar, los bufidos de los cocineros y los comentarios mordaces de los camareros.

Vale, tampoco se iba a morir de hambre. Aún tenía diez mil dólares en su cuenta, el préstamo que se había quedado de Zee. Se mordió el labio inferior al sentir de nuevo el terrible dolor que lo invadía cada vez que pensaba en él. Abrió la puerta principal del restaurante y se apoyó en el frío ladrillo para poner sus pensamientos en orden tras la catastrófica entrevista.

En realidad tenía más de diez mil dólares en su cuenta: nueve días antes, en su cumpleaños, Zee había contratado a varios hombres y un mensajero para que llevaran a la casa de James todos los objetos que NuNew había dejado en su piso. Los porteadores apenas podían cargar con todas sus posesiones —todas regalo de Zee —, y el mensajero le entregó un ramo enorme con docenas de rosas rojas y un sobre con una nota.

NuNew,

Te devuelvo el cheque. Por favor, acéptalo como un regalo de cumpleaños de mi parte y no te pelees con los porteadores. Les he ordenado que dejen las cajas donde tú les digas o en la misma puerta. Como trabajan para mí, obedecerán mis instrucciones.

Lamento lo ocurrido con Net. Vuelve a casa, por favor.

Feliz cumpleaños. Ojalá pudiéramos pasarlo juntos. Con mucho cariño,

Zee

Al recordar la escena NuNew reprimió un sollozo e inconscientemente se frotó la parte superior del muslo para sentir el papel de la nota, que siempre llevaba en el bolsillo.

« Voy a tener que hablar con él» .

NuNew había confiado en que con el tiempo se sentiría más estable y menos propenso a la depresión, pero le había ocurrido todo lo contrario: cada día que pasaba sin verlo le parecía una eternidad y se estaba engañando a sí mismo si pensaba que con una semana o dos lograría superar el anhelo que sentía. De hecho, con cada día que pasaba se hundía más en la oscuridad.

« Tengo que hablar con él. Debe aceptar el cheque. Hay que aclarar cómo le voy a devolver el dinero que me ha prestado. Tengo que devolverle todo lo que me ha comprado» .

NuNew se había puesto a berrear como un bebé cuando había abierto el portátil que Zee le había regalado y había visto que le había descargado todos los juegos a los que él había jugado en la sala de informática. Myth World —los dos juegos— encabezaba la lista.

Furioso consigo mismo por no saber contenerse, se secó con brusquedad una lágrima que le corría por la mejilla. Sabía que tenía que dejar de pensar en Zee Panich, lo que no sabía era cómo lo iba a lograr. Se emocionaba cada vez que pensaba en todos los detalles que Zee había tenido —como dedicar su tiempo a descargar todos esos juegos—, pues demostraban lo atento que había sido con él . Pero entonces se acordaba de la supermodelo rubia acercándose a los labios de Zee en el porche de Net y se volvía a cabrear. ¿Cómo podía un hombre ser tan atento y tan picha brava a la vez?

ZEENUNEW - EL TESORO DEL MILLONARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora