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—Antes de llegar a la parte del doctor Evans supongo que debería comenzar por el principio.—

NuNew asintió con la cabeza para no interrumpir su discurso con preguntas o comentarios. Confesarle que lo amaba no había sido una decisión premeditada, pero no se había podido contener, no había sido capaz de reprimir las palabras. Y no se arrepentía. Estaba harto de tratar de ocultarlo y el hombre que más merecía ser amado en el mundo era Zee.

—Mi padre murió un mes antes del incidente. De sobredosis. Una mezcla de drogas y alcohol. El muy idiota robó a uno de los narcotraficantes más importantes de la costa oeste, un tío para el que hacía recados y vendía mercancía a cambio de drogas y alcohol para consumo propio. Casi nunca le pagaba con dinero y, aunque lo hubiera hecho, mi padre no lo habría gastado en comida para su familia—susurró lleno de desprecio hacia el hombre que le había dado la vida—. Mi madre hizo todo lo que estuvo en su mano, pero de joven había dejado el instituto y en los únicos trabajos que conseguía pagaban el salario mínimo. Se deslomaba para conseguir comida e intentaba por todos los medios que los trapicheos del viejo no llegaran a nuestro apartamento de mierda ni a Net ni a mí. Su estrategia para que no nos fuéramos por el mal camino era demostrarnos que podíamos salir de ahí y ser lo que nos propusiéramos. —Se le quebró la voz, haciendo aún más palpable la adoración que sentía por su madre.

Todo lo que le había contado Helen ahora cobraba sentido. Su amiga se culpaba por no haber sido capaz de ofrecer a sus hijos una infancia mejor. NuNew frunció el ceño recordando la aflicción que vio en los ojos de Helen cuando le contó la difícil infancia que habían tenido sus hijos. ¿No se daba cuenta de que les había dado algo a lo que aferrarse, algo que era crucial para que los niños crecieran sanos? Les había dado amor y esperanza.

La voz de Zee cobró fuerza para proseguir:

—Rose era una amiga de la infancia. Bueno, en realidad, mi única amiga aparte de Net. Vivía en el apartamento de al lado y tenía un año más que yo. —

Incómodo, cambió de postura y empezó a mover los pies en el agua como si estuviera nervioso—. Éramos amigos íntimos, uña y carne, hasta que se me dispararon las hormonas y empecé a verla como una chica. Me importaba mucho y creía que yo también le importaba a ella.

—¿Entonces sí que tuviste novia cuando eras adolescente?—

NuNew no entendía qué tenía que ver todo aquello con sus traumas, pero dedujo que era importante para la historia.

—Sí y no. Supongo. Nos besábamos y paseábamos cogidos de la mano. Como buen adolescente, tenía sueños húmedos con ella todas las noches. Quería perder la virginidad y no era un chico muy atractivo, que digamos: era callado y escuálido; vamos, que no llamaba nada la atención. Encima, era superpatoso y leía sin parar. Mi madre siempre nos traía libros de la biblioteca y de las iniciativas que había en el barrio para animar a la lectura. Sin embargo, a pesar de ser un niño tirando a feo y empollón a Rose parecía gustarle.

NuNew sintió un vuelco en el corazón, tratando de imaginarse a ese Zee adolescente y rarito. Apostaría a que había sido adorable.

—Cuando cumplió diecisiete años, empezó a cambiar. Abandonó el instituto, comenzó a salir con los colegas de mi padre y dejó de dirigirme la palabra, o bien se mostraba tan distante que me hacía sentir como si fuera un don nadie.

NuNew le apretó las manos.

—Debió de ser muy duro.—

—Sí —admitió con sinceridad—. Además, sabía que se estaba drogando. Solía ir tan fumada que la mayor parte del tiempo no se enteraba ni de dónde estaba. Le rogué que me dejara ayudarla, pero no me hizo caso. Se reía de mí y me decía que no podía hacer nada porque era igual de pobre que ella. Y tenía razón, ¡joder! Pero quería ayudarla a salir de la droga y a dejar de venderse en las esquinas.

ZEENUNEW - EL TESORO DEL MILLONARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora