ZEENUNEW - EL TESORO DEL MILLONARIO

25

Zee daba vueltas en la sala de informática como un tigre enjaulado. Sabía que seguramente era un poco exagerado pensar que NuNew lo iba a abandonar, pero en ese momento no estaba siendo racional precisamente. Durante un rato se había encontrado mejor, pues su hermano Net le había hecho entrar en razón, pero después había recibido un mensaje de NuNew diciéndole que llegaría a casa más tarde de lo normal, y eso había vuelto a disparar las alarmas y a ponerlo de los nervios. La forma en la que NuNew había contestado a sus mensajes —con respuestas de lo más evasivas— no lo había tranquilizado en absoluto. Lo único que le consolaba un poco era que le había enviado un mensaje para decirle que lo quería: « Te amo muchísimo. No tardaré en volver a casa» .

Zee se detuvo para leer de nuevo el mensaje con la esperanza de que lo animara un poco y le quitara los malos rollos de la cabeza. Quizá lo habría logrado si en ese momento no hubiera visto por el rabillo del ojo el maldito acuerdo prenupcial.

« Si esto es lo que quiere, quizá debería firmarlo y santas pascuas. ¿Qué más da? ¿Qué importancia tiene un estúpido trozo de papel?» .

Siempre cuidaría de NuNew, hubiera contrato de por medio o no.

Zee cogió el acuerdo de la mesa y lo hojeó. Apretó los dientes, cogió un bolígrafo y firmó utilizando más fuerza de la necesaria. Tiró el boli sobre los papeles y masculló:

—¡Hala! Ya está. El mundo no se termina por que hay a firmado esa gilipollez. —Él no pensaba dejarlo en la vida y removería cielo y tierra para que él no lo abandonara. Esos asquerosos papeles cogerían polvo en el despacho de algún picapleitos mientras Zee pasaba la vida junto al hombre que amaba—. Lo único que quiero es que sea feliz —susurró con rabia, esperando que esa firma aliviara la tristeza de NuNew.

La forma en que se estaba comportando últimamente lo estaba volviendo loco. A pesar de lo dura que había sido la vida con él su chico era una persona serena, optimista y positivo, por lo que siempre estaba sonriendo y las pocas

veces que no lo hacía Zee lo pasaba fatal. Si lo que necesitaba para quedarse tranquilo era un acuerdo prenupcial, firmaría todos los que quisiera. Obviamente no le hacía gracia que NuNew tuviera dudas sobre su relación y que se planteara una separación en el futuro, pero haría todo lo que estuviera en su mano para convencerlo de que estaba equivocado. Quizá lo único que necesitaba era tiempo. NuNew le había dado muchísimas cosas ese último año, pero las más importantes eran su apoyo y su amor incondicional. Si él era capaz de aguantarlo cuando se ponía gruñón e irascible —y casi siempre sin quejarse—, él podía firmar un absurdo papel.

—Debería haberlo hecho antes —comentó en voz baja, enfadado consigo mismo por haber discutido tanto por un tema tan trivial. Sabía lo mucho que afectaba a NuNew la diferencia económica que existía entre ellos. Esperaba que lo superara y que empezara a hacerse a la idea de que todo lo que era suy o también le pertenecía a él , pero suponía que aún no había llegado ese momento.

—¿El qué?—

La aterciopelada voz de NuNew le rozó con suavidad la espalda como una tela de seda fina. Zee se dio media vuelta y se quedó embelesado contemplando al hombre que amaba mientras el corazón se le aceleraba.

—Debería haber firmado el documento cuando me lo pediste en lugar de haberte echado la bronca —le explicó con voz ronca mientras sentía la apremiante necesidad de rodear con los brazos aquel uniforme de enfermera color rosa bebé para sentir junto a su piel la cálida suavidad de NuNew.

Como llevaba zapatillas de deporte, rodeó la mesa sin hacer ruido y, al coger los papeles, el bolígrafo con el que Zee había firmado los documentos rodó por el escritorio.