Ingrese al aula feliz. No me había importado que me hubieran puesto una tarea, e incluso no entendí por qué me emocione con que me hubiera hablado Jenny, seguirá siendo un misterio para mí. Como unas simples palabras me hicieron sentir jovial, no fue una gran platica pero fue suficiente para mí, saber que la chica más linda del salón me había hablado, era lo mejor que me pudo suceder en el día.
Antes de llegar a mi escritorio el profesor de ciencias de hizo una advertencia de que si volvía a ingresar tarde me daría una boleta de castigo, le hice saber que estaba de acuerdo y me dirigí hacia mi escritorio, todos me observaban raro, era la primera vez que miraban al chico raro ingresar tarde al aula, es más, siempre era el primero en ingresar después de sonar el timbre.
Ella se me quedo viendo, sus ojos me hicieron sentir congelarme de nueva cuenta, me sonrió y dirigí la vista hacia el suelo y camine hasta llegar a mi mesa, de nueva cuenta me quede sin poder devolverle el gesto.
Me senté sin decir ninguna palabra, por dentro estaba a punto de estallar, quería decirle tan siquiera hola, algo para poder iniciar una conversación, pero mi timidez no me dejaba, era mi talón de Aquiles, deje a un lado el inicio de las clases, e incluso las palabras de Liam, a todo lo que me preguntaba solo le indicaba moviendo la cabeza de un lado a otro o de arriba para abajo. Mi cuerpo estaba instalado en ese escritorio que compartía con mi mejor amigo, pero mi alma estaba instalada en la parte delantera, ahí donde Jenny se sentaba junto a Lisa, no podía dejar de pensar en ella.
Lisa era linda, era de mi estatura, cabello castaño ondulado, sonrisa blanca y ojos color marrón claros; desde que ambas se conocieron han sido las mejores amigas. Ella y Jenny son mejores amigas desde segundo grado, cuando Jenny empezó a estudiar en nuestra escuela. Siempre se mantienen hablando, y nunca se separan, hasta cuando tenemos que regresar a casa o cada vez que hacen algún trabajo de la escuela, ellas lo hacen siempre todo, lo hacen siempre juntas.
Tres escritorios detrás de ellas se sentaban las gemelas: Gabriela y Mariela, —eran idénticas—, claro... eran gemelas, al otro lado se sentaban Ryan y Jason, que afortunadamente ninguno de los dos me han visto como queriendo golpearme, a la par de nuestra fila a la derecha se encontraba el chico que me había defendido del niño gordo, me sonrió y me saludo al pasar mi vista en su escritorio.
De nueva cuenta dirigí mi vista hacia el ser humano más hermoso que mis ojos vieron en mi niñez, al pasar cerca de su escritorio me puse tan nervioso, no puedo dejar de pensar en eso, siempre mi misma actitud, ella me sonrió y lo único que pude hacer fue bajar la cabeza "no lo podía creer", en lugar de devolverle la sonrisa lo único que hice fue bajar la mirada al suelo.
—¿Dónde estabas Jona? —me preguntó Liam, devolviéndome a mi vida diaria en el aula de tercer año de primaria.
En mi mente pensé que no el no se dio cuenta de cómo Ryan y sus amigos me tenían a punto de golpearme, bueno, el estando casi todos los días jugando en las canchas que están detrás de nuestra aula, obvio que jamás se hubiera dado cuenta, era solo yo contra esos cinco rufianes. Además de que Liam era el primero en salir de aula que nunca se percataría de que haría yo o no durante el receso.
Los últimos en salir siempre somos Jenny y yo. Ahora saben por qué me quedaba al último ahora. Tener esos pocos segundos para solo observarla era lo más preciado que yo pude haber obtenido en mi niñez. Pero lastimosamente nunca le había hablado y eso que ya llevábamos siendo compañeros un año.
—Por ahí —le contesté a Liam dirigiendo la mirada hacia mi escritorio de madera. El ya no me cuestionó más, sabía que mis respuestas eran muy cortantes.
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Nuestro Pequeño... Para Siempre.
RomanceEl creyó que esperarla era lo mejor. Aunque el destino los hubiera a reunir de nuevo, ya nada seria igual, cuando menos el lo espero, todo cambio. Todo empezó cuando tenia nueve años, se enamoro de una chica de su mismo salón, desde ese día ya lo ú...