Capítulo 29

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Narra Kazutora:

—¿¡En verdad ninguno sabe cómo terminamos aquí!?— les pregunté a esos dos que están sentados en una banca del parque.

—No y no hables fuerte que nos duele la cabeza.— contestó Baji tomando su cabeza.

Amanecimos con Chifuyu y Baji al otro lado de Japón luego de decir que sería algo tranquilo.

—"Será algo cerca" ¡miren dónde estamos ahora!— exclamé molesto y sentí un pinchazo en la cabeza haciendo que me siente en el piso.

Los tres tenemos resaca, sin batería en los teléfonos y sin dinero, y de las motocicletas ni hablemos. ¿Por qué se nos ocurrió salir sin ellas?

—Se ven del asco, si no fuera porque venía despacio no los hubiera reconocido.— volteé a ver a la responsable de esa voz y sorpresa sorpresa.

Era la razón por la cual decidí salir a beber en primer lugar.

—Rubí, amiga, mí amiga del alma, eres como un ángel que dios nos mandó para rescatarnos.— Chifuyu se levantó para abrazarla pero ella lo detuvo antes de que pudiera tocarla.

—Si, yo también te quiero Fuyu pero apestas a alcohol. Mantengamos la distancia por ahora.— su rostro solo muestra asco y da risa, ¿o será que aún estoy bajo los efectos del alcohol?

—¿Nos podrías llevar a nuestras casas?— preguntó Baji aún sentado.

—Voy a una reunión importante, si no les molesta puedo llevarlos conmigo y cuando termine los dejo cada uno en sus casas.—

—Mientras no sigamos aquí mejor.— contesté yo y ella solo asintió.

Tres semanas han pasado y aún está molesta conmigo, fui un idiota lo sé.

—Suban.— abrió las puertas del copiloto y del acompañante del auto.

Baji y Chifuyu subieron atrás, no sé si lo hicieron a propósito o no, pero ya siento la incomodidad.

Con todos ya adentro Rubí comenzó a manejar.

Se ve muy elegante, camisa negra, pantalón ajustado también negro y zapatos de tacón negros no tan altos, los botones de la camisa no están todos abotonados los últimos dos los lleva desabotonados dejando ver un poco de su escote pero no tanto. De peinado lleva su cabello suelto luciendo su cabello lacio, un poco maquillada y los labios rojos.

Está muy guapa. Tanto que no puedo dejar de mirarla ni disimular.

En todo el camino no dijimos ni una sola palabra.

—Si quieren pueden dormir un poco, no se cuánto dure la reunión.— se detuvo en un semáforo y miró hacia atrás. —Ya se durmieron.— cruzamos miradas por unos segundos y solo siguió mirando hacia adelante sin ninguna expresión.

Auch dolió.

💭'Si, fui un idiota y lo acepto pero no me ignores así.'💭

—¿Podemos hablar?— pregunté cuando volvió a conducir.

Si, quiero volver a estar como antes, molestarla y todo eso, porque estás semanas me pesaron mucho.

—Tú y yo no tenemos nada de que hablar.— contestó con una frialdad que me hizo dar escalofríos.

—De acuerdo.— contesté mirando por la ventanilla.

Sigue molesta, mierda ¿Por qué tengo que ser tan idiota?

Dobló entrando a un estacionamiento subterráneo de un gran edificio y se detuvo en seguridad.

—Nombre.— pidió uno de los guardias.

Ojitos Lindos - Kazutora HanemiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora