Capítulo 32

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🗓️Domingo 4 de Abril.🗓️

Narra Elizabeth:

—Fallé. Fallé como madre. Fallé como psicóloga. Fallé.— susurré mirando a mí pequeña dormida sentada junto a Chris quien también duerme abrazando a su hermana.

Tienen sus roces pero no pueden estar sin el otro.

—No amor, no fallaste, deja de atormentarte con eso.—

—No supe cómo calmarla Loid, tantos años estudiando, toda la atención que puse en la carrera, todos los pacientes que tuve y no pude calmar a mí propia hija. No me merezco mí título y mucho menos que me llame la mejor madre del mundo.— me levanté al baño para remojar mí rostro, me siento la peor madre y psicóloga del mundo.

—Amor..—

—No, vete, quiero estar sola.—

Entró conmigo al baño cerrando con pestillo y lo miré molesta. —No te dejaré sola, no te dejé sola esa noche y no pienso dejarte sola nunca, te lo prometí. No quiero dejarte sola. No cuando estás mal.— me rodeó con sus brazos comenzando a acariciar mí cabeza. —Eres la mejor madre del mundo, la mejor estudiante de tu carrera y una de las mejores psicólogas. Te mereces tu título por todo el esfuerzo que le pusiste a la carrera y mereces que te llame la mejor madre del mundo porque para ella lo eres.— lo abracé fuertemente escondiéndome en su pecho dejando salir todo lo acumulado hasta ahora.

Siempre sabe que decir o el como consolarme.

—No pude..—

—Shh. No pudiste porque estás igual de afectada que ella, es tu padre el que está en esa cama de hospital y es obvio que no ibas a poder amor, no siempre podrás hacerlo tú sola.— tiene razón, olvidé que siempre la tiene. —¿Ambos sabemos lo que va a pasar verdad?— asentí.

—La romperá en mil pedazos.— se muestra fuerte pero es una flor frágil que con la más mínima brisa se quiebra.

—A ti igual.—

—Puedo soportarlo, me dolerá pero así es el ciclo de la vida y lo entiendo. Pero Rubí no podrá soportar el ya no tenerlo, le prometió volver y hacer muchas cosas juntos. No podrá.—

—No, no podrá.—

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Narra Rubí:

Dormí todo el viaje a Argentina, por suerte dejé ropa la última vez que vine así que al llegar a la casa del abuelo me bañé y vestí para ir a verlo al hospital.

Al llegar al hospital preguntamos en cual habitación estaba y nos guiaron hacia ella. Primero entraron mamá y papá, luego Chris y al último yo.

Debo admitir que verlo en esa cama no fue una imagen agradable, siempre lo veía haciendo cualquier cosa como arreglar algo de la casa, darle de comer a las gallinas y vacas, cabalgar en su yegua o caminar entre los parrales viendo el estado de sus tan preciadas uvas. Ver a alguien que no se quedaba quieto nunca y ahora verlo ahí acostado sin hacer nada duele y mucho.

A pesar de su edad se sigue viendo un poco más joven, no le gusta su cabello blanco por las canas por lo cual siempre se lo tiñe pero ahora se le notan las raíces blancas, siempre que estoy aquí me pide que lo tiña por lo cual creo que esperaba mí visita para volver al negro.

Estaba hablando con mí tío Elías, hermano gemelo de mamá, cuando notó mí presencia.

—Mí pequeña Aurora.— abrió sus brazos para recibirme como siempre cuando vuelvo de Japón y su hermosa sonrisa remarcando sus arruguitas.

Ojitos Lindos - Kazutora HanemiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora