-Muñecas.

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“Eran 5 niños quienes jugaban alegremente en una mansión, en un cuarto especialmente para juegos.

Las niñas llevaban puesto hermosos vestidos de diferente color cada uno y el único niño que permanecía allí, estaba vestido como si de un príncipe se tratase.

-Ya no quiero jugar-Replico el niño dejando a un lado la tasita de té en sus manos.

-Los harás quieras o no-Lo miro desafiante una rubia-Ahora, Meli te servirá más té-Dijo mientras movía sus deditos en la mesa.

Una pequeña castaña se levanto de su lugar, de sus extremidades colgaban hilos transparentes y su rostro no mostraba emoción alguna. Él niño la miro por un momento, lo habían llevado a rastras hasta ese lugar que nunca había conocido, ahora estaba amenazado a contra su voluntad de jugar si no quería formar parte de su “jueguito” de ella.

-Está bien-Dijo resignado-Pero quiero volver a casa después-Empezó a hipar

-Eso no lo creo…”

Poco a poco fue abriendo los ojos, aquella muñeca sumergida en sus recuerdos estaba llorando sin razón, la pequeña que sostenía sus manos le sonrió como si la entendiese.

-Jugar te hará bien-Dijo divertida.

Sostuvo solamente una sola de sus manos y empezó a dar pasos hacia atrás, mientras su muñeca de tamaño real avanzaba lenta y torpemente. Las sirvientas casi por inercia se dirigieron a la puerta, la abrieron y permanecieron pegadas al marco de esta para esperar a la señorita que permanecía mirando a su más bella posesión.

Dylan y Denovan miraban anonados desde su posición, detrás de las muñecas. Esa “Danielle” con la mirada perdida no era la que Dylan días atrás había conocido, ni con la que Denovan creció en parte de su infancia. La niña soltó su mano y empezó a caminar hacia la salida, siendo seguida por su bella muñeca de cabellos negros azulados.

Cuando se vieron por fin solos en la habitación, ambos salieron de su escondite.

-¿Qué fue eso?-Pregunto un tanto perturbado Dylan.

-La niña se llama Aneth, es una titiritera o Ventrílocua, como quieras llamarle-Dijo pensativo-Solo mira a tu alrededor para comprobarlo.

Empezó a ver detenidamente a cada muñeca, no vio nada especial, pero en cada una de ellas, justo encima apenas se podían apreciar el débil reflejo de hilos transparentes, sujetos en sus extremidades y en el cuello.

-Ahora “Danielle” se ha convertido en parte de su colección…

-Debe haber algo que podamos hacer-Dijo asustado.

-Ciertamente no hay mucho, o Aneth la libera-Lo miro a los ojos-O ella logra despertarse por sí sola, cosa que es casi imposible.

-¿Y qué aremos?

-Espiarla-Dijo indeciso-Tal vez si rompemos sus hilos podamos hacer que despierte.

Ambos salieron de la habitación, no estaban seguros de qué camino seguir, sencillamente por la razón de que el castillo era enorme y no podían ser vistos por la servidumbre del hogar.

Era una sombra la que se movía de un lado a otro en el departamento desordenado de Dylan, pasaba la vista con mucha precaución y con la ilusión de encontrar algo valioso para su propósito.

-Mi linda mariposa… ¿Cuánto más vas a jugar?-Dijo una voz grave.

Divisó una foto rota entre las sabanas, al parecer alguien había estado allí antes que él, entonces sonrió, dejando a la vista unos dientes blancos.

El amo y la bruja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora