-Ciudanela: país de sirenas.

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“Corría, corría sin parar. Una pequeña de cabello gris lloraba desconsoladamente mientras seguía a alguien a tan solo unos metros de ella, por cada paso que avanzaba, camino de sangre formaba.

-¡Tsithinthi!-Le grito como pudo, pero sus sollozos se lo impedían.

-¡Zuji kalluintsa!-Le respondió temerosa la otra.

Cuando la pequeña logro darle alcance, la otra se detuvo abruptamente, haciendo que la pequeña chocara contra su espalda y cayera al suelo, más la otra no se movió. Temerosa de saber, la pequeña levantó la vista poco a poco y cuál fue su respuesta si no más que un caballero con la espada apuntándole al cuello de la mayor.

-¿E tsantsi dan?-Pronuncio divertido el hombre con cierta burla.

La mayor retrocedió levemente, en posición de ataque. Si quería salir viva, si quería que la pequeña saliese ilesa… No había tiempo para errores.”

Nubia saltaba de techo en techo sin parar. Las construcciones de las casas en forma de caracolas le hacían más difícil el avance, con tan solo un error podría resbalar y lastimar a sus acompañantes que momentos antes su dueña le había encargado. Había sentido lo mismo que ella, hasta estaba dispuesto a volver  cuando dejase a los demás en un lugar seguro, pero ella le pidió no hacerlo… Y una orden era una orden.

De vez en cuando miraba hacia abajo, a aquellas personas que los miraban con ojos de deseo, a quienes cargaba por supuesto.

-¿Por qué nos miran?-Preguntó Dylan mientras bajaba la mirada.

-Mantén la vista al frente-Lo regaño Vera-También tú-Golpeo a Denovan por la espalda, ambos la miraron por sobre el hombro con duda-… Son sirenas, si los hipnotizan créanme… No querrán cenar con ellas.

-¿No las sirenas son las que hundían barcos?-Se burlo Denovan.

-Y se comían a la tripulación-Respondió Vera con asco.

Poco a poco las personas los empezaron a seguir, al notarlo, Vera expandió un poco más el campo de energía a su alrededor. Las sombras que aparecían en el techo, salían disparadas hacia a ellos, en verdad eran sirenas.

Trataban de acercárseles, pero siempre que tocaban el campo sufrían una leve quemadura que los alejaba y caían directo a la sustancia azul que trazaba su línea en el suelo. Los ataques empezaron a aumentar.

-Gracias a Dios que tu elemento es fuego-Dijo Denovan mientras se pegaba más al compañero de adelante, el cual, mantenía los ojos cerrados.

-Sera mejor apurarnos, no creo que el campo logre resistir-Un brazo alcanzó a entrar y Vera lo incineró con una llama que salió de la palma de su manos.

-Ya oíste amigo-Palmeó el costado del animal.

Este gruño y sin perder más tiempo, acelero el paso. El castillo ya estaba cerca, pero eso no reconfortaba, ya media cuidad estaba de tras de ellos. Nubia dio un último gran salto, logrando pasar por sobre las grandes rejas del palacio, mientras los guardias que permanecían en la reja, trataban de calmar a los ciudadanos. Cuando el animal aterrizó, inmediatamente fueron rodeados por guardias, los cuales vestían únicamente un pantalón tipo militar pero en morado y cada uno sosteniendo una lanza.

-Utsinthuprudenzi-Habló uno de ellos.

Denovan bajó con cuidado y como pudo del lobo mostrando el pedazo de tela que Danielle le había arrancado y devuelto. Antes de que el guardia pudiese decir algo, la gran puerta de cristal de la entrada al castillo se abrió. Poco a poco cada guardia fue formando una fila a ambos costados, mientras los ciudadanos que momentos antes arremedían contra ellos, se alejaban poco a poco con la cabeza inclinada.

El amo y la bruja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora