-La confución de un pasado

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 Dylan miraba por la ventana de su cuarto asignado, acompañado de Nubia, quien tenía su cabeza en su regazo notablemente preocupado.

-No te desanimes-Acarició la cabeza del animal-Ella siempre vuelve.

Mirando siempre por la ventana, con el semblante preocupado. Y de nuevo aquella imagen volvió a su mente, en la que la había conocido por primera vez, cuando la había encontrado entre la basura, cuando lo había salvado de ser asesinado de seguro. Miro su brazo, ya no quedaba marcar de nada, una herida así le habría tomado meses en sanar, pero la de él solo tomo días. Entonces miro su pecho, no traía camisa en esos momentos, a pesar de habérsele dado ropa, solo se había puesto el pantalón. En su pecho izquierdo tenía un tatuaje, uno sin sentido para él, con letras extrañas. La primera y única vez que lo había visto, fue el primer día cuando ella se quedo definitivamente con él, cuando llegando a su trabajo lo noto brillar y desaparecer al mismo tiempo y ahora se hacía presente nuevamente, con el brillo con el que lo notó la primera vez.

“-Iie tzezthe(Ya basta)-Gritaba una pequeña de cabello obscuro y azul como el zafiro con los ojos azules gélidos.

La otra de un aspecto similar a la pequeña, la miraba seria desde su posición. Ambas estaban a unos cuantos pasos cerca de una zanja, muy lejos de poder atravesarla. Las flores brillaban de colores y la luz hacía el pasto brillar.

-Phinzi dek thi izthetzez tsudurthuintsa(Pensé que te estabas divirtiendo)-Contesto la otra con enojo.

-Ezu na(Así no)-Reprocho la otra con miedo.

-dienaz zu ezu zu(Veamos si así si)-Dijo mientras la empujaba.

La caída la sintió efímera, tratando de sostenerse de algo que le ayudara. Solo sintió como su cuerpo se tensaba cuando sintió la frialdad del suelo bajo su espalda y algo tibió bajo su cabeza, sus ojos estaban llorosos hacia solo una dirección.

Hacia su hermana, que no daba signos de querer ayudarla…”

-Danielle-Escucho una dulce voz proveniente de algún lugar, como si quisiera despertarla y adormecerla al mismo tiempo.

Abrió lentamente los ojos, su visión era borrosa y obscura. Su alrededor se tornaba frío y a medida que avanzaba el tiempo, más bajaba la temperatura y más grato se hacía para ella. Intentó mover su mano, pero algo se lo impidió, algo duro y tibio a su tacto que le era sumamente familiar. Sentía estar flotando pero el aire nunca le faltó. Poco a poco fue abriendo más los ojos, su visión seguía siendo borrosa a pesar de estar más iluminada una mescla de blanco con un azul cielo, miraba sombras pasar unos metros de ella, pero no perdió la calma, el sueño le gano y volvió a cerrar los ojos, pues ella ya sabía dónde se encontraba… En una cárcel de hielo.

-Danielle.

Empezó a sentirse incomoda, aquel lugar en donde había permanecido dormida ya no estada. Podía sentir el fluir de la corriente y ser jalada de la muñeca.

Abrió un poco los ojos y pudo divisar cientos de corales rodeándola formando un tunel, cada uno brillando de un color único y todos juntos entonando una canción tan hermosa, que su canto adormecía cada parte de ella. Levanto su mirada y se topo con la larga cabellera de la sirena del muelle, su cola se mecía con el vaivén de la corriente y brillaba con el reflejo de los corales que las rodeaban.

“Sentía que las horas habían pasado muy rápido, que había estado en la misma posición desde hace horas y nadie había notado su ausencia. Abrió los ojos lentamente, notando la misma fuente de luz que siempre, aquella bella flor que había sido fiel testigo de la acción de su melliza.

El amo y la bruja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora