-La sorpresa detrás de un ataque.

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 “Leves destellos entraban por la ventana, despertando a una joven de cabellos azules que ahora empezaba a incorporarse. Al pie de su cama había una elegante vestimenta como un tipo vestido rasgado en colores blanco y dorado que no dudo en poner ni dudar a no contemplar. De espaldas al espejo se miro, oculto su rostro en su melena.

-No soy igual que ella…

Recorriendo los grandes corredores ahora iluminados por la luz de las velas llego a la estancia de abajo. Todo el interior era blanco y colores pastel, una inmensa alfombra en dorado se extendía por sus suelos y las paredes decoradas con cuadros de pinturas hermosas. Con desgana llegó a la planta baja y entro al inmenso comedor donde una mujer de cabellos blancos y mirada azulada con una pequeña de un aspecto similar a la madre ya se encontraban ingiriendo sus alimentos. El mirar de la mujer era como si estacas de hielo penetraran la piel y la erizaran por completo, que ella lo podría saber todo de ti con solo mirle a los ojos.

-Eris ¿Nuevamente te desvelaste?-Pregunto seria mente la mujer, mientras se enderezaba en su asiento.

-No volverá a pasar madre-Se sentó al frente de su hermana mientras mantenía la mirada al frente.

Podrían ser hermanas, cuando en realidad lo único parecido que tenían eran sus ojos transparentes que de su padre habían heredado, físicamente no había mucho parecido.

-Princesa, aquí le traigo su desayuno-Le dijo alegremente una señora, entrando al comedor con una bandeja de plata con el desayuno de quien momentos antes había entrado.

-Pequeña, sabes que no puedes salir así como así-Cambió el semblante su madre a uno más maternal.

-No salí madre-Replico la niña con respeto, mientras bajo la mesa, sus manos estrangulaban su vestido.

-¿Y por que te vi en el pasillo tan tarde?

Todos posaron su vista en la joven que en todo momento había permanecido callada con un semblante tímido.

-Fui al baño, pero en todo caso ¿Que hacías tan tarde en el pasillo-Contraataco la otra.

La pequeña sonrió tímidamente.

-Igual al baño.

Sin decir nada más la madre se levantó y salió de la habitación seguida de la señora. Ambas chicas seguían mirándose hasta que la mesa se rompió a la mitad.

-Algún día seré yo quien te silencie.”

Los gritos se escuchaban en cada rincón de la casa, erizando la piel de cada huésped del lugar. Dylan recorría apresurado cada pasillo, tratando de recordar el que daba a la alcoba de donde procedían tales gritos, una sorpresa cuando vio a Danielle venir del lado opuesto a él.

Ella simplemente paso a su lado, como si nunca lo hubiese visto. Él hizo lo mismo.

Retomando su caminata llego a aquella habitación que hace unos días había encontrado, donde aquella mujer de cabellos grisáceos se escondía en la soledad. En la puerta de aquella mujer se encontraba el padre de Danielle, con el rostro preocupado haciendo que las arrugas entonaran más su edad.

-Hijo, ¿Qué haces aquí?-Fue lo que dijo en cuanto lo vio.

-¿Qué le pasa a su esposa?-Se paró frente a él.

El silencio reino por unos segundos, mientras que la espalda del pobre hombre trataba de buscar refugió en la pared. Las puertas de la habitación se abrieron, detrás de ellas salió un hombre muy bajito con el cabello canoso y mirar suave.

El amo y la bruja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora