Capítulo 13. [Boomerang]

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UN DÍA ATRÁS

Una mujer completamente desnuda besó el hombro de otra mujer que estaba sentada a un costado buscando su ropa interior que, horas atrás había tirado. Se removió incómoda apartándose por completo de la mujer que la veía sonriente desde la cama.

—No me digas que ya te vas—la escuchó decir mientras recogía también su ropa—. Camila, sabes que puedes quedarte conmigo el tiempo que quieras. Si viajé hasta aquí fue por ti—intentó acercarse nuevamente pero Camila fue más hábil y la vio ya de pie mientras terminaba de ponerse su ropa. —. No veo la necesidad de irte cada noche después de hacerlo por horas y horas para que al día siguiente vuelvas a terminar en mi cama y hacer lo mismo que ambas sabemos hacer muy bien. —Camila hizo una mueca al escucharla hablar.

—Si acepté que vinieras a verme no fue precisamente a reforzar nuestro vínculo, Déborah. —dijo Camila de manera fría—. Me gustabas más cuando no hablabas y solo esperabas a que me marchara sin hacer ningún tipo de ruido. Eras hasta más interesante—ambas se vieron pero en el rostro de Camila solo había cinismo. Mucho cinismo.

—Las cosas entre nosotras no han cambiado, Camila. —le dijo Déborah. La seguía viendo desde la cama—. Pero ahora eres mucho más descarada que antes—y Camila sonrió.

—No hablemos de quién es más descarada porque sin duda tú te llevarías el premio, querida—Camila colgaba sus pendientes mientras pensaba dónde había quedado su cartera de mano. Conocía perfectamente ese apartamento donde se había estado viendo con Déborah continuamente.

—Me sorprendes, Camila. En serio.

Camila volteó a verla con una ceja levantada mientras Déborah reía de manera sarcástica.

—¿Qué es lo que te sorprende? ¿Que ya no quiera ser la misma ingenua y estúpida contigo y termine suplicándote que me dejes pasar la noche a tu lado o que ya no sientas que te necesito?—Camila fue directa y sin titubear. Déborah por su parte, sonrió sin más.

—Tú siempre vas a necesitarme, Camila. Por algo estás aquí conmigo—dijo irónica pero Camila rio ante su ironía. Era un panorama divertido para la escritora. —. ¿Qué es lo que tanto te divierte?

—Me divierte que seas tan ingenua en creer que te necesito—dejó de reír para verla con seriedad—. Sí estoy aquí, no es precisamente porque te necesite, Déborah. Y, si crees que estoy aquí por el sexo, tampoco—la mujer la vio sin entender—. Tenemos buen sexo, sí. Pero no tan bueno como para perderme de nuevo contigo y dejar mi mundo a un lado por estar en el tuyo como antes. No tienes que preocuparte esta vez porque vaya a hacerme ideas equivocadas con respecto a nosotras. Al contrario, creo que eres tú quien debería dejar de hacerse ideas equivocadas porque en algo tienes tanta razón y es en que no somos exclusivas—dijo Camila sonriendo—. No eres la única mujer que requiere de mi tiempo, Déborah. Y aunque insistes en verte como la buena, sé que tampoco soy la única para ti.

—No eres la única porque no quieres que sea así, Camila—Déborah intentó acercarse pero Camila se alejó sutilmente—. Al principio me equivoqué contigo. Tenía otra percepción de nosotras pero eso ha cambiado, Camila.

—¿Por qué ha cambiado?—cuestionó Camila paseando su mirada por el resto de la habitación. La mirada de Déborah seguía fijamente en ella, viéndola con curiosidad. Camila volvió a verla y sonrió—. Iré por una copa de vino. Nuestra tan entusiasta conversación me dio sed—sonrió para darse la vuelta y salir de la habitación hasta la sala de estar.

Los ojos de Déborah se entrecerraron. Era obvio lo que Camila quería, al menos para ella. Déborah buscó una bata de seda color rojo para cubrirse el cuerpo y seguir a la escritora.

ᴇɴᴛʀᴇ ᴛᴜ ᴄɪᴇʟᴏ ʏ ᴇʟ ᴍÍᴏ || 🄲🄰🄼🅁🄴🄽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora