Capítulo XI

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Despedida en Liyue


El cálido aroma de hierbas medicinales llenaba el consultorio de Baizhu cuando Diluc entró. El médico lo recibió con una sonrisa, y Qiqi estaba ocupada en una esquina, concentrada en sus propias tareas.

-Baizhu, Qiqi, gracias por recibirme- saludó Diluc, agradecido por el apoyo que siempre encontraba en aquel lugar.

Baizhu indicó que se sentara mientras revisaba algunos documentos médicos. -Diluc, te has convertido en un visitante habitual. ¿Cómo te sientes hoy?- preguntó Baizhu, mientras Qiqi asentía con seriedad.

Diluc suspiró, compartiendo sus preocupaciones. -Baizhu, he estado investigando ciertos asuntos en Liyue. Los Fatui están más involucrados de lo que pensaba. La situación en Mondstadt podría ser solo la punta del iceberg-.

Baizhu asintió con comprensión. -Entiendo. Pero recuerda, también estás aquí por otro motivo importante- señaló su abdomen con delicadeza.

- Hemos estado analizando tu estado de salud y la del mini tú. Vamos a revisarte para asegurarnos de que ambos estén bien-, dijo riendo un poco con su voz tranquila que contrastaba con la naturaleza de sus palabras.

Durante el chequeo, Baizhu explicó cada detalle, asegurándose de que Diluc comprendiera los cambios que ocurrían en su cuerpo y cómo afectaban al bebé. Diluc escuchó atentamente mientras Baizhu le daba consejos y le proporcionada medicamentos para los síntomas comunes del embarazo.

Después del chequeo, Diluc se puso de pie, agradecido. -Baizhu, Qiqi, sus cuidados son invaluables. Ahora debo prepararme para mi próximo viaje. La situación allí no parece tranquila-.

Baizhu asintió, ofreciendo una pequeña botella con medicina. -Toma esto. Te ayudará con la fatiga y el estrés. Y recuerda pasarte por aquí cuando estés de regreso, cuídate mucho, Diluc .-

Diluc aceptó la medicina y asintió con gratitud. -Gracias, Baizhu, Qiqi. Siempre agradezco su amabilidad y apoyo-.

Después de salir del consultorio, Diluc no pudo sacudirse la sensación de que algo estaba fuera de lugar. Caminaba por las concurridas calles de Liyue, sus pensamientos inmersos en los últimos descubrimientos sobre los Fatui. Aunque se dirigía a la posada para prepararse para su viaje a Inazuma, una sensación persistente de ser observado lo hacía desconfiar.

Al pasar por los puestos del mercado, Diluc decidió poner a prueba su intuición. Se detuvo en varios lugares, comprando pequeñas mercancías y observando cautelosamente su entorno. Entre la multitud, una figura llamó su atención: un hombre vestido discretamente, pero con una mirada que irradiaba hostilidad.

Decidido a confirmar sus sospechas, Diluc se dirigió a diferentes secciones del mercado, siempre sintiendo la mirada fija en él. Compró algunos bocadillos y artilugios, aprovechando cada ocasión para analizar la reacción del misterioso observador.

Finalmente, mientras caminaba hacia la posada, notó que la figura se acercaba más. La adrenalina empezó a correr por sus venas. Al doblar una esquina, Diluc se detuvo repentinamente, enfrentándose al hombre que lo había seguido.

-¿Quién eres y por qué me estás siguiendo?- exigió Diluc, su mirada penetrante clavada en el hombre.

El individuo, un agente del Fatui, sonrió con cinismo. -Diluc Ragnvindr, siempre tan astuto. No deberías entrometerte en asuntos que no te conciernen.-

Diluc apretó los puños, preocupado por la situación y por la revelación de los engaños del Fatui en Liyue. -¡No sé de qué hablas!-

El agente del Fatui se burló y, con una velocidad impresionante, acorraló a Diluc del cuello contra la pared cercana. —Este es tu único aviso, Ragnvindr. Retírate y olvida lo que has descubierto, o sufrirás las consecuencias.

Diluc, con determinación en sus ojos, resistió la presión en su cuello. —No temo a las amenazas. Pueden venir por mí, pero les advierto que no encontrarán nada, solo pierden su tiempo al ir tras de mi-

La tensión entre ambos era palpable. Diluc estaba dispuesto a enfrentar las consecuencias de sus descubrimientos, sin importar lo que el Fatui intentara hacer.

En medio de la tensión, el agente del Fatui soltó a Diluc y retrocedió unos pasos, esbozando una sonrisa maliciosa.

-Tienes más coraje del que pensaba, pero eso no cambiará nada. La verdad está oculta por una razón, y tú no cambiarás ese destino.-

Diluc, firme en sus convicciones, respondió con determinación. -Lo descubra o no, no te debería de importar-.

El agente del Fatui se retiró con una risa burlona. -Pronto entenderás que no puedes enfrentarte a fuerzas más allá de tu comprensión. Adiós, Ragnvindr.-

Mientras se alejaba, Diluc quedó de pie, respirando agitadamente. La confrontación había revelado la gravedad de la situación.

Luego de haberse tranquilizafo, Diluc se dirigió a la posada, consciente de que su búsqueda se estaba volviendo más peligrosa.

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