Perdón.
El sol de la mañana hacía presencia en el cielo cuando Kaeya llegó al laboratorio de Albedo en la fría Espinadragón. El aire helado lo envolvía, y las luces de la mañana se asomaban en el horizonte, creando un contraste entre el brillo nevado de las montañas y las sombras profundas. A su lado, Klee daba pequeños saltitos, emocionada por pasar el día con su hermano mayor.
Kaeya le dedicó una sonrisa cálida, agachándose para estar a su altura y acomodando con suavidad el abrigo de la niña, asegurándose de que estuviera bien cubierto. A pesar de su fachada despreocupada, había una ternura genuina en su gesto, como si quisiera protegerla del mundo.
—¿Volverás pronto, Kaeya? —preguntó Klee, aferrándose a su Dodoco mientras lo miraba con sus ojitos brillantes.
—Claro, pequeña, trataré de desocuparme a tiempo. Albedo se quedará contigo, y puedes hablarle de todas tus hazañas de pesca explosiva —su tono fue bromista mientras le daba un suave apretón en el hombro. Luego le acarició el cabello, sintiendo una leve punzada al ver la inocencia de Klee, recordando los días donde él mismo era un niño.
Albedo asintió, observando a Kaeya con su habitual calma, aunque sus ojos parecían captar el cansancio que Kaeya intentaba ocultar.
—Estaremos bien aquí, Kaeya. Tómate el tiempo que necesites. Y recuerda, si alguna vez quieres hablar... estoy aquí.
Sonrió, manteniendo su fachada relajada y despreocupada. —Tranquilo, Albedo. Sabes que nada me preocupa tanto como para quitarme el sueño. —Bromeó, aunque en su interior sabía que estaba mintiendo.
Se despidió de ellos y comenzó su camino hacia la cima de Espinadragón, su figura perdiéndose entre la nieve y el viento helado. Mientras ascendía, su mente vagaba por recuerdos y promesas rotas. Para cualquiera que lo viera desde fuera, Kaeya parecía el mismo Capitán de Caballería confiado y carismático, pero bajo esa máscara de falsa felicidad, su corazón estaba enredado en dolor y arrepentimiento.
Durante su recorrido por las frías pendientes, Kaeya inspeccionaba cada rincón, anotando detalles en su cuaderno, como parte de una investigación rutinaria para los Caballeros de Favonius. Sin embargo, su mente estaba lejos de su tarea; los pensamientos de Diluc y de la forma en que lo había alejado lo atormentaban con cada paso.
"Prometí quererte para siempre…y era cierto no había dudas en mi mente", pensó mientras subía la empinada ladera. El crujir de la nieve bajo sus pies no lograba opacar el peso de su dolor. Durante años, había amado a Diluc, lo había admirado… y al mismo tiempo, lo había traicionado. Un traidor, eso era.
"Si te alejé de mí… Si te fallé y me fui… Fue porque mis mentiras me daban miedo." Había temido el rechazo, temía perderlo por completo, y en su desesperación por proteger su propio secreto, había destruido la relación que tenían.
Finalmente, al concluir su recorrido en Espinadragón, descendió de vuelta a Mondstadt. Sus pasos lo guiaron hasta la oficina de Jean, donde entregó su informe. La Gran Maestra lo recibió con una sonrisa tranquila, pero Kaeya apenas la notó; estaba sumido en una mezcla de emociones que apenas podía controlar.
Jean lo miró, agradeciendo el informe antes de hacer una pausa y preguntar con suavidad:
—Kaeya… ¿Cómo has estado?.
Kaeya forzó una sonrisa, alzando una ceja. —Oh, ya sabes, Jean. Haciendo lo mejor que puedo para mantener todo en orden. El deber llama, después de todo.
Jean asintió, aunque sus ojos mostraban comprensión y algo de preocupación. Se tomó un momento antes de continuar.
—Me alegra escucharlo, Kaeya, pero quiero ser honesta contigo. Hemos reabierto la investigación sobre la muerte del Maestro Crepus Ragnvindr. —Jean lo observó detenidamente, captando el cambio en la expresión del peliazul—. Sabemos que en su momento… Hubo ciertas circunstancias que se mantuvieron en secreto. Diluc nunca estuvo de acuerdo con esa decisión, y creo que fue una de las razones por las que decidió dejar los Caballeros.
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|Verdades congeladas|
Fanfiction"Verdades Congeladas" Diluc y Kaeya mantienen una relación secreta y apasionada. Sin embargo, el destino les tiene preparado un giro inesperado. El día en que Diluc planea revelarle a Kaeya que está embarazado, su padre fallece trágicamente en una b...