Capítulo XIII

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Alivio en la tormenta.

El silbido del viento golpeaba suavemente las velas del barco mientras Diluc observaba el horizonte. Las olas chocaban con el casco de la embarcación que lo llevaba hacia Inazuma. El viaje estaba siendo largo y silencioso para él, se encontraba procesando todo lo descubierto hasta ahora.

Se encontraba en la cubierta del barco, apoyado en la barandilla de madera mientras su mente hilaba una red con toda la maraña de información descubierta.

Recordó los documentos que había encontrado en la oficina de su padre donde se mencionaba acerca de algunas transacciones comerciales con Snezhnaya nada fuera de lo normal pero encontró curiosos algunos de ellos donde se sugería que su padre había tenido algunos tratos con los Fatuis, ¿La razón? ni él mismo lo sabía.

Liyue le había ofrecido más pistas pero a la vez más dudas. La conversación que había escuchado en el mercado debajo del puerto, la amenaza por parte de aquel soldado, la apertura de aquel nuevo banco y tratos bajo la mesa, todo implicaba que los Fatuis estaban manipulando los mercados de manera astuta y al parecer su presencia no pasó desapercibida, lo que confirmaba que estaban atentos a los movimientos que hacía.

Lo que más le llamaba la atención fue la mención de la Arconte Cryo. Si la organización Fatui estaba involucrada en tales tratos con Liyue, seguramente su alcance era enorme y no solo Mondstadt era parte de su juego, sino todo Teyvat, pero ¿Cuál era el plan?

Algo no cuadraba, si bien su padre, Crepus, había sido un comerciante de renombre y dueño de una de las bodegas de vino más importantes de Mondstadt, ¿cómo había terminado tan involucrado con los fatui hasta el punto de poseer un engaño? ¿acaso se vio obligado o fue engañado o incluso manipulado?

La gran concentración de Fatuis en Mondstadt y el comercio en Liyue y la Tsaritsa eran puntos clave.

Diluc suspiro, aquella investigación traía más interrogantes que respuestas, se estremeció por el frío y decidió ir hacia la pequeña habitación del barco.

Al llegar a la Nación del Trueno en el puerto de Ritou pudo divisar varias embarcaciones con el logo Fatui, antes de sumergirse en su investigación iría a buscar una habitacion y comida, Baizhu se enojaria con él si se descuidaba dado el estado en el que se encontraba no podía dejar que su salud y la del bebé se viera comprometida.

Con un último vistazo al puerto, el pelirrojo se encaminó hacia la posada más cercana en busca de comida caliente y un lugar para descansar, Diluc no pararía hasta estar satisfecho con su investigación.
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Entró a una pequeña posada en Ritou, escapando de la leve lluvia que había empezado a caer. Rápidamente la calidez y el aroma a comida caliente lo recibió. Aunque últimamente no tenía mucho apetito sabía que necesitaba comer. En su memoria se repetían las palabras de aquel médico de Liyue, negó divertido al recordar.

Se sentó en una de las mesas del fondo, buscando un lugar apartado donde no fuera fácilmente visible, a pesar de que su presencia en inazuma no era ampliamente conocida, procuraba ser cuidadoso y estar alerta.

Una joven muchacha con un semblante amable que vestía las ropas típicas de inazuma se le acercó con una bandeja.-Bienvenido a la posada Nagi, aquí tiene el menú- dijo mientras dejaba en la mesa una tablita con varios nombres de los platos típicos de inazuma- Si no está familiarizado con la comida de inazuma podría recomendarle algunos platos o podría decirle al cocinero que cocine algún plato de su agrado- ofreció la joven.

—Gracias —respondió Diluc, tomando la tablita de madera con el menú en sus manos. Aunque había viajado antes a otras naciones, no estaba particularmente familiarizado con la gastronomía de Inazuma.

Sus ojos recorrieron los nombres de los platos, muchos de los cuales le resultaban desconocidos. "Sopa de fideos udon ", "Tempura de camarones", "Omurice", "Yakisoba", "Curry"... La lista era extensa y exótica, pero en su estado actual, no podía permitirse ser exigente.

La joven notó su incertidumbre y esbozó una sonrisa comprensiva.

—Si desea algo ligero, podría recomendarle el takoyaki o la sopa de miso con tofu fresco. Son bastante populares entre los viajeros y fáciles de digerir —sugirió ella con gentileza.

Diluc asintió, agradecido por la sugerencia. —Tomaré la sopa de miso, por favor. Algo sencillo suena perfecto para esta noche-

-Bien, se la traeré enseguida- La muchacha inclinó la cabeza en señal de respeto y se retiró.

Mientras la joven se alejaba con su bandeja, Diluc dejó la tablita sobre la mesa y volvió a recostarse ligeramente en su silla. El aroma de la comida recién preparada flotaba en el aire, y miró de reojo a otros comensales disfrutando de sus platos y en  aquel momento decidió que podía tomarse un respiro.

Poco tiempo después, la misma joven regresó con la misma bandeja en la mano pero ahora con su sopa. La colocó con delicadeza sobre la mesa presentando un cuenco humeante de sopa y un plato pequeño de encurtidos.

-Aquí tiene, sopa de miso con tofu fresco. Espero sea de su agrado- dijo ella con una sonrisa antes de inclinarse ligeramente y alejarse de la mesa.

Los suaves cubos de tofu flotaban en el caldo claro, junto con algas y cebolletas. No era el tipo de comida a la que estaba acostumbrado en Mondstadt, pero el aroma reconfortante de la sopa le recordó a su hogar.

Llevó un sorbo a sus labios y el sabor suave y salado de la sopa llenó su boca. No pudo evitar sentir una leve sensación de gratitud por aquel pequeño momento de paz.

Tocó suavemente su abdomen—Supongo que también tienes hambre, ¿no? —murmuró con una leve sonrisa en los labios.

Con más calma, volvió a llevarse otro sorbo de la sopa de miso. Esta vez, en lugar de comer apresuradamente o con la mente en otra parte, se permitió saborear el caldo reconfortante, sentir el calor deslizarse por su garganta y el aroma suave que llenaba sus sentidos.

—Sabe bien, ¿verdad? —susurró, como si estuviera hablándole a su pequeño—. No es la comida de Mondstadt o Liyue, pero... creo que aprenderás a disfrutar estos sabores también.-

Cerró los ojos por un momento, dejando que la paz del ambiente y la calidez. El viento fuera de la posada Nagi seguía susurrando a través de los árboles, pero dentro de su pequeño rincón, todo parecía tranquilo. La vida había sido difícil, pero este pequeño momento, solo él y su bebé compartiendo un tazón de sopa en una noche tranquila, era un respiro que agradecía más de lo que jamás admitiría en voz alta.

Diluc sonrió, llevando una mano nuevamente a su abdomen.

—Prometo que, pase lo que pase, te protegeré..-

Su voz fue apenas un susurro, pero las palabras resonaron en su corazón como una promesa inquebrantable. Y por ahora, en este instante, no había Fatui, ni engaños, ni conspiraciones. Solo había paz, la sopa caliente, y su pequeña compañía silenciosa.
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Lo prometido es deuda, tratare de actualizar seguido.

Besos 😘...

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