Capítulo XVIII

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La preocupación de un Fatui.

El sol después de la tormenta se filtraba a través de las nubes mientras Diluc se dirigía hacia la salida de la posada, con Nikolai esperándolo afuera. La sonrisa despreocupada del Fatui era casi irritante a primera vista, pero el ojicarmín estaba demasiado cansado para refutarle. Su cansancio, mezclado con las náuseas constantes, hacía que incluso las mañanas más frescas se sintieran agotadoras.

—¡Buenos días, rojito! —saludó el informante, jugando con una moneda entre sus dedos. Su tono era juguetón, pero sus ojos brillaban con curiosidad—. ¿Listo para un buen desayuno? Dicen que aquí sirven un arroz con pescado excelente.—

Diluc asintió ligeramente, aunque sabía que su apetito estaba lejos de ser normal. —No tengo mucho apetito —murmuró aunque su estómago le recordaba lo contrario, emitiendo ligeros retortijones de hambre mezclada con náuseas.

El otro levantó una ceja, divertido. —Vamos, necesitas más que tu actitud estoica para enfrentar el día. Además, el desayuno es la comida más importante, ¿no? Especialmente para alguien que está “delicado de salud”... —

El pelirrojo se acomodó la capa y ambos caminaron hacia un restaurante cercano. La atmósfera era tranquila, con el murmullo de los comensales disfrutando de su comida y el aroma de los platos tradicionales de Inazuma llenando el aire.

Una vez sentados, Nikolai pidió con entusiasmo un par de platos típicos mientras que Diluc, que apenas había probado bocado en días, echó un vistazo rápido al menú. La idea de comer algo pesado no le resultaba atractiva, pero sabía que necesitaba mantener las apariencias y optó por algo ligero: un simple té y un pequeño tazón de caldo de pescado.

El fatui, entre cucharadas, observaba con interés la expresión tensa de su acompañante. —No te ves muy bien, ¿estás seguro de que deberías estar fuera y no en cama? —preguntó, medio en broma, aunque había una pizca de preocupación en sus ojos.

—Estoy bien, solo fatigado— desvio la mirada mientras sorbía un poco de su té.

Pero las náuseas no tardaron en hacer acto de presencia. Apenas terminó de tragar, sintió el inminente malestar en su estómago. Se levantó de la mesa con calma, fingiendo normalidad, y excusándose rápidamente se dirigió al baño.

En el pequeño baño del restaurante  se inclinó sobre el lavabo, tratando de calmar su respiración. Las náuseas lo invadieron y, aunque intentó contenerse, terminó vomitando. Se enjuagó la boca y regresó a la mesa con una expresión imperturbable, aunque por dentro su cuerpo aún se sentía agitado.

—Supongo que no te ha sentado bien el desayuno ¿Estás bien? —preguntó Nikolai, levantando una ceja, con una pizca de preocupación en su tono.

—Sí, solo... no estoy acostumbrado a la comida de aquí —respondió Diluc con frialdad, tratando de evitar que Nikolai sospechara más de lo necesario.

Terminó empujando el plato ligeramente hacia un lado, fingiendo estar satisfecho.

Nikolai lo miró con curiosidad, pero decidió no presionar más. Después de pagar la cuenta, ambos salieron a la calle, donde el aire fresco mezclado con la humedad trajo un nuevo golpe de náuseas para el pelirrojo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, mantuvo la compostura, aunque sus pasos eran algo más lentos.

Pasearon por el animado mercado de Inazuma y al pasar por un pequeño puesto de dulces la atención del pelirrojo se desvió hacia una anciana que vendía algunos dulces típicos de Inazuma. El aroma dulce y cálido llenó el aire, enseguida se acercó al puesto, dejando a Nikolai ligeramente rezagado.  La anciana lo observó con una sonrisa amable, sus arrugas se acentuaban con el gesto.

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⏰ Última actualización: 10 hours ago ⏰

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