CAPÍTULO TRECE.

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Ya todos en el autobús listos para ir a Seido, podían notar cierta incomodidad que había en el ambiente, principalmente porque Raichi había decidido sentarse junto a Akiba y no con Sanada.

Nadie preguntó ya que querían respetar la privacidad de la pareja, pero al mismo tiempo estaban preocupados debido a que no sabían si había un problema grande o no.

Raizou también iba a decir algo, más que nada por su hijo, pero de igual forma decidió ignorarlo, ya les diría algo si veía que afectaba sus jugadas. No podían darse el lujo de perder ahora que iban a tener oportunidad de jugar contra dos de los mejores equipos del oeste de Tokio.

Por su parte el pelinegro miraba de reojo al omega, quizá no se habían sentado juntos, pero si había logrado obtener un asiento en la misma fila que el menor. Así que podía verlo, ni siquiera disimulaba, estaba molesto por lo sucedido y no lo iba a dejar pasar.

—Shunpei, deja de mirarlo tanto. Tus feromonas están saliendo— dijo Hirahata, quien se había sentado junto al mencionado.

La reprimienda le hizo dar un pequeño respingo, por un momento había olvidado que estaba en el autobús junto a sus demás compañeros. Rió un poco y se disculpó, sabía que estaba haciendo mal, pero no podía dejar de pensar en quién diablos era la persona con la que SU pareja hablaba.

Esa era una de las partes que a veces le molestaba de Raichi, que jamás decía nada con tal de no preocupar a los demás. Porque si, realmente no le importaba tanto con quien hablara, sino más bien, el porqué lo hacía y últimamente tan constante.

Estaba seguro de que algo pasaba.

….

Una vez llegaron a Seido, todos comenzaron a bajarse y a ayudar a bajar el equipo que habían traído. Ya a lo lejos se podía escuchar el sonido de los otros dos equipos, los cuales solo estaban practicando debido a que los partidos comenzaban en media hora.

Raizou regaño a sus queridos alumnos, indicando que se apresuraran y comenzó a caminar hacia donde estaban los otros dos entrenadores, tenían que ajustar los preparativos de los juegos.

Por su parte, Raichi había logrado escapar de nuevo de su Alfa. No quería tener que hablar con él y menos ahora que había peligro, quizá solo estaba exagerando pero realmente no quería causar más problemas.

Poco a poco se alejó lo suficiente y cuando logró mirar a lo lejos el uniforme blanco con azul, apresuró el paso y contrario a lo que los ojos ajenos estaban acostumbrados, se acercó de forma lenta y tranquila.

—¡Raichi!— Un grito lo asustó, pero de inmediato supo de quién se trataba.

Por su parte los integrantes de Seido sólo miraron al mencionado y luego a Sawamura quien se acercaba de forma rápida al moreno. Nadie entendía qué pasaba ni cómo era que ambos chicos se hablaban tan bien cuando habían tenido una clara rivalidad en el campo.

—Sawamura…— dijo bajito, tratando de no llamar la atención, acción que hizo de nuevo entrar en sorpresa a los jugadores de uniforme blanco y azul, porque para nada se parecía al chico que moría por batear todos los lanzamientos durante los juegos.

—Oye, eso es tan extraño— comentó Kuramochi, quien solo podía mirar con asombro, ni siquiera había intentando callar a Sawamura debido al shock.

—¿Cómo es que se llevan tan bien?— ignoró las palabras de su amigo el ahora capitán del equipo, porque si, no sabía qué ellos dos se llevarán tan bien. Sawamura jamás le mencionó nada de eso.

Por su lado, los dos omegas se habían tomado de la mano y habían huido de todos bajo las miradas curiosas, no querían que escucharan su conversacion. Ya lejos y donde pensaban que no serían escuchados, se sentaron en una banca y el castaño miró a su amigo esperando a que hablara.

¿Y si no quiero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora