CAPÍTULO OCHO.

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Se encontraban acostados, pensando, o al menos eso hacia Sanada. Buscaba una forma de salir de este problema o al menos disminuir su sentencia. Seguia absorto en sus pensamiento hasta que una voz le hablo.

— Sanada-senpai, ¿exactamente dónde estamos? — el chico se giró sobre el futon para mirar a su Alpha.

— Es un departamento que compre — dijo sin mucha importancia.

— ¿Por qué? — su voz sonó asustada, algo que alarmó a Sanada.

— No es para lo que piensas; mi padre es un poco estricto conmigo así que decidí ahorrar dinero y comprar un departamento, para mudarme una vez que entrara a la Universidad — se giro de igual forma, para mirar a Raichi.

Se miraron a los ojos por unos segundos, sonrojándose ambos por la situación. Estaban desnudos y juntos en una misma cama, hacia apenas ayer las cosas eran tan diferentes. Hace a penas unas horas aun eran senpai y kohai, pero ahora eran sin que ninguno lo planeara, Alpha y Omega.

— Lamentó todo Raichi, arruine tú vida — no pudo evitar decir esas palabra, desde que había recobrado la conciencia, el sentimiento de culpa no lo había abandonado.

Raichi nego con la cabeza y liberó sus feromonas, intentando tranquilizarlo. Dando a entender que no se preocupara. Si, ya no podía seguir fingiendo nada, tenía que vivir siendo Omega, pero en ese momento no le importaba. El pelinegro simplemente sonrió por eso.

— Tenemos que regresar a nuestras casas, no podemos quedarnos aquí para siempre — dijo el pelinegro levantándose, luego de indicarle a Raichi donde estaba el baño comenzó a vestirse.

El bateador intento levantarse, pero justo al hacerlo sus piernas no se lo permitieron cayendo al futon de nuevo. Sanada noto eso y lo ayudo a levantarse, lo llevo el baño y le pidió que se duchara, luego de dejarlo se dirigió al bolso de Raichi y busco sus supresores. Por un momento pensó en lo que había dicho una vez, ¿y si Raichi era infertil por estos supresores? No es que la idea le gustara mucho, pero por lo menos podía eliminar un problema.

Esperaba que al menos evitara el embarazo esta vez. Dejo de pensar en eso y acomodo las cosas de ambos, regreso al cuarto y miro la ropa de Raichi, la parte superior de su uniforme estaba destrozada, Sanada suspiro, ahora sabia que era un animal cuando perdía el control por los instintos.

Busco en su armario ropa que pudiese quedarle al menor, había estado trayendo sus cosas poco a poco al departamento sin que lo notarán sus padres y ahora agradecía mucho haberlo echo, por qué tenía ropa a la mano para prestarle a Raichi.

Luego de tomar una de las camisas, escucho a Raichi gritarle para que lo ayudara a salir. Ya estando fuera y seco, se vistió con lo que Sanada le dio. Se tomo el supresor y ya con todo listo, Sanada tomó a Raichi por debajo de los hombros para ayudarlo a caminar y se dirigieron a la entrada para regresar a la realidad.

— Raichi, no le digas a nadie de este lugar — mencionó el mayor mientras cerraba la puerta — Pero siempre que te sientas amenazado y yo no pueda hacer algo, puedes venir aquí — se giró hacia el Omega y le entrego una llave.

Raichi la acepto sin entender mucho las palabras de su senpai, pero aun así asintió. Comenzaron a caminar, a la casa del bateador ya que era la más cercana. Sanada miro su teléfono, eran casi las once de la noche, su teléfono estaba lleno de mensajes de sus compañeros de equipo y tenía otra llamada de su padre.

¿Y si no quiero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora