CAPÍTULO QUINCE.

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Poco a poco abrió los ojos, la luz lo cegó unos segundos causando que se tapara con una de sus manos y cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, miró a su alrededor. El lugar no lo reconocía, pero podía suponer que se trataba de alguna enfermería dado los colores blancos de las paredes y de las cortinas.

Trató de levantarse, solo que un pequeño mareo lo detuvo a medio movimiento y volvió a recostarse en la cama. No sabía cómo había llegado ni lo último que había pasado, solo recordaba que todo se había vuelto negro de la nada.

Cerró los ojos, quería dormir de nuevo cuando una voz lo asustó.

—Raichi-kun, que bueno que despiertas— la voz sonaba muy tranquila, pero no la conocía haciendo que se cubriera con las cobijas tratando de protegerse. La otra persona noto eso y soltó una pequeña risa. —No te preocupes, no te haré nada— dijo acercándose un poco más para que el menor pudiera verle.

—Yo…— trato de decir el moreno, pero no sabía bien que preguntar, su timidez estaba saliendo a flote.

—Te desmayaste, te trajimos a la enfermería de la escuela. Mi nombre es Rei, mucho gusto— dijo la mujer con una sonrisa mientras se acomodaba los lentes.

Al escuchar su decir Raichi recordó lo sucedido, el sentimiento que tuvo cuando los alfas comenzaron a pelear por su culpa y el hecho de estar rodeado de tantas personas simplemente terminaron por vencerlo. Aunque no entendía porque, ya había estado en esa situación al menos un par de veces y jamás le había pasado algo así. ¿acaso tenía algo que ver el hecho de estar marcado? Porque sí, también durante el encuentro entre los alfas había podido sentir un poco las emociones de su Alfa, cosa que también influyó para que se desvanecerá.

La mujer con paciencia esperó a que el omega hablara, entendía que quizá era difícil para él aparecer de la nada en un lugar extraño con una persona extraña, así que solo se mantuvo a su lado, dispuesta a explicar todo cuando el menor le preguntara.

—¿Y mi vie… mi padre?— fue lo primero que pregunto, aunque no fue lo que realmente quería preguntar debía saber en cuantos problemas estaba metido.

—El entrenador Raizou está afuera con Kataoka-san. Todos tus compañeros se fueron a casa a petición de tu padre, ellos realmente no querían irse sin ti— volvió a sonreír mientras miraba por la ventana, vaya que todo el equipo quería mucho al omega —Oh si, Sanada-kun está aquí, ¿quieres que le diga que pase?— preguntó mirando al chico, quien de inmediato se puso rojo de la cara. Eso causó una pequeña risa en la mujer, no debía ser tan inteligente para saber qué eran pareja, el alfa pelinegro se había negado rotundamente a regresar sin el menor, así que se mantuvo afuera de la enfermería hasta poder pasar.

Raichi se lo pensó un momento, sabía que si se quedaban solos su senpai le pediría alguna explicación, pero si no le dejaba entrar se pondría triste, no quería sentir la tristeza del mayor otra vez. No le gustaba que Sanada estuviera triste. Con eso en mente asintió con la cabeza ante la pregunta ajena.

—Bien— Rei asintió y caminó hacia la puerta, la abrió y habló con la persona que estaba afuera esperando. Para segundos después desaparecer dejando ver a un pelinegro en su lugar.

Sanada camino hacia Raichi, se posó junto a su cama y se sentó en la pequeña silla que había allí. Ninguno dijo nada y tampoco se miraron, el ambiente se sentía incómodo. Así estuvieron unos minutos hasta que el omega decidió hablar.

—Lo siento Sanada-senpai— se disculpó bajando la mirada y sonando realmente arrepentido. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero se aguanto las ganas de llorar.

—¿Eh?— el pelinegro dijo, no entendía porque el menor se disculpaba con él.

—No le dije nada, Amahisa me pidió salir con él unas cuantas veces, me negué pero nunca se rindió. A veces me acosaba, tenía miedo de decirle y que se metiera en problemas. Creí que podía controlar la situación yo solo, pero no pude— dejó salir toda la información de golpe, sus lágrimas ahora sí comenzaron a caer y se cubrió la cara con la cobija, se sentía muy mal por todo. No quería ver al Alfa, no quería mirarlo mientras lo regañaba.

Pero nada de eso sucedió, un suspiro salió de los labios del Alfa y un silencio volvió a reinar el lugar.

—Raichi, no estoy enojado… bueno, quizá no estoy muy feliz de saber que me ocultaste eso, pero nada de lo que pasó fue tu culpa — Sanda dijo mientras se acercaba al omega, tomaba su mano y le daba una pequeña caricia, quería transmitirle seguridad. Limpio un poco sus lágrimas, darle a entender que de verdad no estaba enojado con él.

Eso sin duda hizo sentir mejor al moreno, porque durante mucho tiempo pensó en que Sanada se molestaría con él, había cargado con eso tanto tiempo que ahora que ya no lo hacía, se sentía mucho más relajado.

—Que bien que no esta molesto— mencionó con una pequeña sonrisa, sus ojos miraban los ajenos, notando que decían la verdad.

Con eso el mayor también se dio cuenta de que el omega estuvo cargando con mucho, que aunque quizá no era un problema tan grande como pensaba, si que le generaba mucho estrés al no saber cómo sobrellevarlo. Raichi no estaba acostumbrado a ese tipo de cosas, ya que en su vida jamás se había relacionado de forma tan íntima con otras personas fuera de sus pocos amigos, haciendo todo más difícil.

Ver a su omega feliz y más tranquilo le generó ganas de abrazarlo, y así lo hizo. Sin aviso se acercó al menor, posándose sobre la cama para así atraerlo y apretarlo entre sus brazos. Aspiro su olor, sus feromonas olían muy dulces a causa de la cercanía y siguió aspirando, le gustaban mucho. Raichi se sorprendió por el repentino abrazo, pero aún con su sonrojo lo correspondió.

Así estuvieron un rato, aspirando el olor del otro y dándose muchos besos, aunque estos últimos sólo por parte de Sanada, hasta que de repente otro olor llegó a la nariz del Alfa. Abrió los ojos sorprendido, causando que se alejara un poco para mirar al omega.

—Raichi tu… ¿hueles a leche?— preguntó de forma retórica, mostrando en su cara un poco de terror.

Raichi se sorprendió cuando el alfa se alejó, no entendía a qué se refería y rió un poco incómodo. ¿Como que leche?¿eso qué significaba?.

—Kahaha ¿qué?— le miró sin comprender.

—No me digas que tu…— no termino de decir, ¿acaso Raichi estaba embarazado?.










¿Y si no quiero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora