CAPÍTULO DOS.

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Raichi salió de la enfermería con una nueva caja de pastillas, para su fortuna nadie había notado la situacion anterior así que el problema no había crecido.

Se dirigió a su salón para tomar el resto de las clases hasta la hora del entrenamiento.

Cuando la última campanada fue tocada, todos los alumnos comenzaron a guardar sus cosas, exceptuando a los que se quedarían a limpiar. Afortunadamente (o desafortunadamente) a Raichi no le había tocado, por lo que se dirigió al campo que de la escuela donde empezaría su practica de béisbol. Llegó y lo primero que hizo que fue ir a los vestidores a ponerse su uniforme, aun no encontraba a su padre así que asumió que este todavía no llegaba. Tomó su bate y caminó en dirección a donde siempre practicaba su bateo. En el camino escuchó a Mishima gritarle.

—¡Raichi, espero que no te dirijas a practicar tú bateo!— estaba haciendo movimientos extraños, llamando la atención de todos —¡Recuerda que antes  tenemos que correr!—.

—Kahahaha— era cierto, siempre corrían antes de empezar su practica de bateo, no lo recordaba. Así que fue en dirección a donde todos estaban para empezar a correr. Se junto con Mishima y Akiba y justo cuando iban a empezar a correr con todo el equipo notó algo. Sanada no se encontraba y su padre tampoco, eso era raro, su viejo llegaba tarde, pero nunca tardaba tanto además de que Sanada pese a todo, siempre era puntual.

Eso le pareció sospechoso, pero no tuvo tiempo de pensar debido a que todos comenzaron a correr, así que el también lo hizo.

Cuando terminaron de correr, mientras recuperaba el aliento Mishima junto con Akiba se le acercaron.

—Ey Raichi, ¿dónde está el entrenador?— los demás miembros del equipo a pesar de estar empezando su entrenamiento, por curiosidad pararon oreja para escuchar lo que el bateador diría.

—No lo sé— eso no convenció del todo a los demás, pero decidieron dejarlo ahí. Raichi pensó que podía pedirle ayuda a sus amigos con el problema que tenía, pero no quería involucrar a más personas. Ya pensaría eso más tarde, ahora debía concentrarse en la practica, y justo cuando iba a empezar, escuchó la voz de su padre.

—¡Raichi, ven acá!— volteó en hacia donde se encontraba la voz y miro a su padre junto a Sanada a fuera de los vestidores, quien sabe de donde habían salido. Trago saliva, algo no estaba bien. Dejo el bate y caminó hacia su padre.

Estaba asustado, no sabía para que lo quería, tal vez Sanada-senpai le había dicho algo y ahora estaba en graves problemas por no haber sido cuidadoso, pero a lo mejor solo estaba imaginado cosas, debía estar seguro antes de sacar conclusiones apresuradas. Llegó a donde le habían llamado parándose en frente de los dos hombres.

—Raichi, tenemos que hablar— su padre dijo de forma cansada, como de costumbre.

Volteo a ver al pelinegro que lo miraba con la sonrisa de siempre. Eso extrañamente lo tranquilizó, no sabía porque si él era el causante de su preocupación.

—¿Cómo vas en tus calificaciones Raichi?— pregunto Raizou —Recuerda que si repruebas muchas materias no podrás participar en el próximo torneo y no queremos eso—.

Raichi bajo la cabeza, dando a entender que no iba tan bien del todo, algo que ambos hombres esperaban.

—La siguiente semana es de exámenes— Sanada comentó sin quitar su sonrisa.

¿Y si no quiero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora