CAPÍTULO DIECISIETE.

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El tiempo pasó, luego de haber agendado la cita que sería en un par de días en el cual a Raichi se le harían varios exámenes para comprobar su estado, todo siguió con normalidad. Raichi había estado jugando y entregando tranquilamente, no había tenido ningún síntoma preocupante además de cansarse más rápido que antes.

El médico les había recetado una píldora con la cual podrían haber detenido el embarazo y el día de la cita comprobarán si había sido así o tendría que hacerlo por la mala, eso a palabras del omega.

Aun habían decidido no decirle a nadie en la escuela y tampoco al equipo, aunque varios ya sospechaban debido al olor peculiar que tenía el menor, olor que en ningún momento había desaparecido.

—Oye Shunpei, no es que me guste meterme en cosas que no y también sé que ya te habrías dado cuenta pero…— Hirahata se había acercado al mencionado durante la práctica, antes de cualquier cosa quería aclararlo con uno de los involucrados. —Raichi huele a leche, ¿está todo bien?— preguntó con un tono más que preocupado, si algo pasaba debía saberlo como capitán y como no, un amigo.

El pelinegro suspiró, esperaba que nadie le preguntara nada porque no quería hablar de esas cosas, pero sabía que iba a ser inevitable y tarde o temprano pasaría. Dejó caer la bola y se giró hacia su capitán, mostró una sonrisa y trató de no parecer preocupado para así no alertar al hombre.

—No, Raichi…— dudo unos segundos, no sabía si sería buena idea decirle. Porque si decía algo podría esparcirse a otras personas, solo que a pesar de todo Hirahata se preocupaba mucho por su omega y sería feo no mantenerlo al tanto. —Sospechamos que está embarazado— finalizó mientras sus ojos se movían por el campo observando si alguien más había escuchado.

—Oh— fue lo único que dijo, ya habían hablado de eso anteriormente y se suponía que no había pasado nada; imaginaba que su nueva vida les había traído esa consecuencia. —Supongo que conoces los métodos anticonceptivos ¿no?— preguntó cruzándose de brazos, lo primero que le pasó por la cabeza fue una irresponsabilidad de parte de ambos, pero en especial de Sanada.

Eso tomó por sorpresa al pelinegro quien sólo se echó a reír, no entendía cómo es que su querido capitán había pensando en eso ya que era una locura. Principalmente porque desde esa vez cuando marco a Raichi no había tenido intimidad y no es que no quisieran, solo que no podían por la escuela, el béisbol y porque no había tanta privacidad en casa.

—Los conozco, pero no es por eso. Fue de la primera vez— dicho eso hizo un gesto que indicaba inconformidad, todo se les había salido de las manos.

—Entiendo, ¿cómo está Raichi?— preguntó mirando hacia el omega, quien se encontraba bateando como todos los días.

—Bien, se lo está tomando con calma— una sonrisa amable se posó en su rostro, amaba mucho a su omega y le encantaba sentir la felicidad ajena llenarlo. A veces la preocupación lo consumía ya que él debía preocuparse por ambos, pero así estaba bien, mientras el menor estuviera protegido soportaría cualquier cosa.

—Ya veo, sabes que si necesitas algo puedes contar conmigo— dijo con una sonrisa, luego se despidió y continuó con su entrenamiento. Sanada le miró irse, realmente agradecía tener amigos en los que podía confiar. Aunque no negaba que le hubiera gustado mucho recibir ese apoyo de sus padres o mejor dicho, de su padre.

Bajo la mirada y suspiró, hacía mucho que no pensaba en ellos ni en cómo le estaba yendo a su madre ya que ya no estaba ahí para defenderla de la violencia que ejercía sobre ella su progenitor. Eso era de lo único que se arrepentía, haberla dejado sola. 

Ni siquiera le había mandado un mensaje o alguna llamada para decirle cómo estaba, ni tampoco para preguntar por la seguridad de ella. Vaya que era un mal hijo.

—Sanada-senpai ¿qué pasa?— la voz del moreno le sacó de su pequeño trance, alzó un poco la vista encontrándose con la mirada preocupada del omega. Había olvidado por un momento que el menor gracias a la marca y el lazo que habían hecho, podía sentir parcialmente sus emociones.

—Nada, no pasa nada… ¿ya terminaste de practicar?— Trato de cambiar el tema, no quería tener que preocupar más al menor con sus cosas, debía mostrarse fuerte para él. Raichi negó ante la pregunta y señaló hacia el campo.

—Tenemos que correr— dicho eso le mostró la mano para que la tomara, era de esas pocas veces donde el omega mostraba afecto. Eso hizo sonreír al pelinegro quien tomó la mano con velocidad y feliz camino junto a su pareja al campo para poder correr con los demás.

Al día siguiente y como a veces hacia el Raichi, caminaba hacia el baño de la escuela luego de haberle pedido su teléfono a Akiba. Sanada se había decidido a comprarle un teléfono, pero se había negado porque no quería gastar en cosas que no necesitaba.

Ya dentro de un cubículo se encerró y se dispuso a marcar al número al que siempre llamaba, imaginaba que su amigo ya había salido al receso. El teléfono sonó tratando de conectar la llamada y cuando esta fue atendida de inmediato hablo.

—Eijun, hola— saludo tímido, siendo recibido por un silencio —¿Eijun?— volvió a preguntar.

—Eres Todoroki ¿verdad?— la voz del otro lado de la línea habló, asustando mucho al moreno, no sabía quién era ya que no era bueno reconociendo voces.

—Este… si ¿quién eres?— se animó a preguntar, una parte de él quería colgar y la otra tenía curiosidad por quien era la persona que se atrevía a tomar el teléfono personal de su amigo. La persona del otro lado rió un poco, desconcertado al omega.

—¿Para qué lo llamas?— su pregunta fue ignorada, poniéndolo nervioso.

—Q-quiero hablar con él— .

—¿De qué?— El interrogatorio en el que se había vuelto está llamada no le estaba gustando nada, porque él era el único que respondía.

—Sobre… nosotros… nuestros problemas— no sabía que decir, ya estaba comenzando a sudar un poco. La voz del otro lado dejó salir una exclamación de sorpresa.

—Soy Miyuki, su alfa. Sawamura está dormido— respondió al fin la primera pregunta que se le había hecho, eso tranquilizo al omega un poco al menos no estaba hablando con un desconocido.

—¿Está enfermo?— preguntó asustado, se suponía que a esta hora debía estar en clase y para estar dormido, debía haberle ocurrido algo.

—No, él está bien— Miyuki creía que no era necesario decirle nada al bateador de Yakushi, igual Sawamura le diría más adelante. —Puedo decirle que llamaste cuando despierte— eso era lo único quebpodia ofrecer por ahora.

—Si… gracias— Raichi bajo la cabeza triste, tenía muchas ganas de hablar con su amigo sobre lo sucedido, que aunque no le ayudará mucho, le servía hablar con alguien que lo comprendía.

—Por cierto, no es que me guste meterme en la vida de los demás pero, ¿cómo sigues?— preguntó el alfa, ese día cuando se desmayó si que los había preocupado a todos. Extrañamente en Seido siempre sucedían esas cosas. La pregunta tomó por sonrisa a Raichi, le era raro que alguien fuera de su círculo social me preguntara por su estado.

—B-bien, ya estoy mejor— tampoco le daría tanta información, debía ser cuidadoso.

—Me alegro…— hubo un silencio incómodo, ninguno de los dos había hablado antes y hacerlo ahora sin un tema en particular, no les daba para más.

Se quedaron unos segundos sin decir nada, ambos querían preguntar cosas, pero sabían que el otro no respondería y tampoco es como que pudiera hablar como si fueran amigos de mucho tiempo. Era obvio que alguno debía hablar de algo o colgar la llamada y quien se animó a hacerlo fue Miyuki.

—Bueno, supongo que estás ocupado asi que mejor te dejo. Yo le doy tu recado a Sawamura— dijo y esperó a que el moreno se despidiera igual.

—¡Ah sí! Gracias— fue lo único que dijo antes de que el teléfono fuese colgado.

Se quedó ahí en el baño unos segundos, no entendía bien qué había pasado, era la primera vez que tenía una conversación con alguien diferente y nadie más que el Alfa de su amigo. Vaya qué últimamente le estaban pasando muchas cosas raras.










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⏰ Última actualización: Jan 26 ⏰

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