CAPÍTULO CINCO.

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El cielo se empezaba a poner azul oscuro y la calle se encontraba sola. Sanada y Raichi caminaban a casa del primero, para obviamente estudiar; sin embargo, iban en silencio.
Sanada no había dicho nada desde que comenzaron a dirigirse a su casa y eso a Raichi lo tenía muy nervioso ¿acaso había hecho algo mal?.

— Raichi, ¿qué le dijiste a tu padre anoche? — el mencionado se puso nervioso, cosa que el mayor noto.

— ¿Qué quiere decir? — quería evitar cualquier cosa que ver con ese tema, pero sabia que su senpai no lo dejaría.

— Dime Raichi, ¿qué le dijiste? — empezo a liberar sus feromonas de Alpha, las cuáles sin querer provocaron un sentimiento de sumisión en el bateador, sentimiento que lo hizo hablar.

— Yo... No le dije nada — el moreno quería llorar — El me vio llegar... Le dije que mi celo había empezado.... Pero que había alcanzado esconderlo de usted — se froto los ojos quitándose las lágrimas que amenazaban con salir — Solo eso — agacho la cabeza.

Sanada notó el estado en el que había puesto a Raichi y suspiro, ¿qué estaba haciendo? Era la segunda vez que le hacia llorar. Estaba enojado si, pero no debía liberar su enojo con él, Raichi no tenía la culpa.

— Lo siento Raichi, es solo que tú papá me... — se rascó la cabeza e hizo una mueca de disgusto — Me dijo que me alejara de ti y yo... — no termino la oración debido a unos brazos que lo rodearon en un abrazo, dejando sus manos atrapadas a través de él. Sanada puso cara de sorpresa, Raichi lo había abrazado de la nada.

— ¡No! ¡No quiero que lo haga! —Raichi grito y apretó su agarre. — No se aleje de mi — el bateador ahora dijo con una voz más tranquila debido a que escondió su cara en el pecho del otro.

Sanada reaccionó y con cuidado deslizó los brazos hacia arriba para de igual forma abrazarlo del cuello — No me alejaré, no te preocupes — colocó su barbilla en la cabeza de Raichi y cerró los ojos.

Esas palabra tranquilizaron un poco al bateador y continuaron abrazados un rato más, a fin se cuentas la calle por donde iban siempre estaba sola. O eso creían.

— Shunpei ¿qué haces? — ambos escucharon una voz detrás de ellos y rápidamente se separaron volteando a ver a la persona que había dicho aquello, un hombre que no se apreciaba debido a que el faro de luz no dejaba distinguirlo, pero Sanda sabia bien quien era esa persona. Su papá los había visto.

— Papá, Hola — el nombrado dijo nervioso. 

— ¿Quién es ese joven? — señaló con la mano al bateador, su voz sonaba un poco enojada.

— Aha jaja — tomo a Raichi de la espalda como si fuera un amigo cualquiera — Sólo un kohai del equipo — sabia que esas palabras lastimarían al mencionado, pero tenía que fingir con su padre y esperaba que Raichi entendiera. Raichi sólo miraba la situacion confundido, aquel hombre los miraba con desaprobación.

— Entiendo, ¿iban para la casa? — el hombre se acerco a ellos saliendo de la sombra que provocaba el faro de luz, Raichi pudo verlo al fin, un hombre casi idéntico a Sanada, solo que un poco más bajo y claro, más viejo.

— Si Papá, estoy ayudando a mi kohai a estudiar — dijo y los tres comenzaron a caminar, el padre de Sanada se había colocado en medio de los dos jóvenes.

Siguieron en silencio el resto del camino hasta que llegaron a la casa, luego de colocar sus zapatos en la entrada, cada uno se fue por diferente lado de la casa. Ambos jóvenes ahora se encontraban el la habitación del mayor, sentados uno frente al otro.

— Sanada-senpai, ¿qué fue eso? — al fin Raichi decidió romper el hielo. El pelinegro miraba al suelo con una cara de enojo, ahora su padre sabía de Raichi.

¿Y si no quiero?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora