Tomé unos cuantos paquetes de café para prepararme un rico café negro. Y también algunas tortitas.
Mi cabello se veía desarreglado, mi aliento no era el mejor y mis ojeras... Bueno, el desayuno me había quedado rico.
Siento ruido desde la habitación de Mangel, se sentía como que estaba... ¿llorando?
Fui inmediatamente, hasta creo que fue lo más rápido que corrí en mis cortos 24 años. Entré y Mangel efectivamente estaba llorando.
-¿Qué pasa Mahe? -le pregunté intrigado.
-He tenido una pesadilla. Soñé algo muy feo.
Su carita de preocupación mezclada con algo de tristeza era hermosa, no voy a mentirles.
-¿Qué has soñado?
-Soñé qué... -su voz se entrecortó al pronunciar las siguientes palabras- qu... que te morías Rubius. De verdad fue horrible. Sol... sólo prométeme que vas a estar siempre aquí, junto a mí. ¡Prométemelo hombre!
-Vaya, que sueño feo. Pero justamente solo fue un sueño.
Intenté tranquilizarlo con éstas palabras pero no pude. Así que le dije: Siempre voy a estar contigo, Mangel. Sabes que eres como mi otra mitad, desde que te conocí mi vida cambió y no me imagino una vida sin ti.
Vi como una sonrisa en su rostro apareció. Me avalancé a abrazarlo, y como siempre tuve que poner un poco de humor a la situación. Me le arrimé al oído y le dije suavemente: ¡Gaaaay!
Esto provocó una risa mutua.
Levantándome de la cama, le dije: -Te he preparado un desayuno, levántate ya dormilón. Y ven a comer.
En realidad era mi desayuno, solo había tomado un sorbo de café y me había comido una tortita. Pero eso no me importó, Mangel estaba antes que todo. Incluso antes que las gallinas del Minecraft. Y no estoy flipando.
Lo vi llegar a la cocina con su pijama, su pelo desarreglado y esoa hermosos lentes que parecían hechos para él. Se veía tan hermoso, hasta me asustaba estar pensando que mi mejor amigo se veía hermoso, pero así era.
Su cara alegre mientras comía lo que preparé me daba vida, lo contemplé unos minutos y me fui a vestir.