La voz de Mangel interrumpió mis pensamientos.
-¡He terminado de bañarme, el baño está libre!
- Está bien, ya voy -respondí con prisa-
Entré a bañarme, el estaba vistiéndose en su habitación. Debo admitir que fue el baño más pensativo que tuve, pensé en mil cosas. No, en verdad no, pensé en Mangel, solo Mangel. Esto me venía torturando hace días. El baño se me había hecho largo y el agua caliente se había acabado.
- ¡Ay! -grité al sentir que el agua fría tocaba mi piel-.
Por suerte Mangel no me sintió, porque realmente grité como una niña.
Salí de la ducha, me sequé y fui por la ropa a la habitación. Me vestí y salí.
Mangel estaba esperándome en el livig, vaya que se veía lindo...
Agarramos un par de cosas y salimos, llegamos al centro comercial, había mucha gente, como era de esperarlo.
Recorrimos varias tiendas, hasta que llegamos a una, en ella había solo ropa, pero Mangel se adentró en la tienda, y lo seguí.
- Mira -me dijo señalándome dos buzos que al parecer, eran para una pareja, ya que uno decía "my life" señalando a la derecha, y el otro "my world" señalando a la izquierda-.
- Hermosos, sí. Pero ¿por qué me los enseñas?
- ¡Los compraré! -me dijo entusiasmado-.
Así fue, compró los buzos y salió de la tienda. Pero noté algo raro, los buzos estaban en bolsas separadas. ¿Acaso me regalaría uno?
Merendamos en una cafetería, ya se estaba haciendo tarde, y tanto dar vueltas nos había cansado a los dos.
Tomamos un taxi y volvimos a casa. Mangel no me dejó pagar, así que esperé que pagara para bajar yo. Pero vi que llevaba todas las bolsas él, entonces, como buen caballero me bajé antes y le abrí la puerta para que pudiera bajar. Eso era muy gay de mi parte, pero que más da, no me importó en lo absoluto.
Entramos a casa, Mangel estaba cansado, se le notaba en su rostro.
- ¿Te preparo la cena? -le dije mientras iba a la cocina-
- No, está bien, ve a descansar, yo me la preparo.
- Te preparé la cena. Y no fue una pregunta.
- Uff, mira que eres jodido. Está bien.
Preparé la cena para ambos, cenamos juntos como ya se hacía costumbre. Pensaba en los buzos, me intrigaba la compra. Pensé en preguntarle, pero quizás la cagaría, como de costumbre. Así que decidí callarme y no decir nada, solo seguí deborándome el plato de comida que me había servido. Tenía mucha hambre. Y al ver a Mangel me di cuenta que el hambre era mutuo, comía como un muerto de hambre. Nah, es mentira. Comía muy tiernamente, sus ojitos cansados y su cara de cansancio me daban ternura. Él era tierno, muy. Y yo no podía disimular la ternura que me causaba, siempre me quedaba contemplándolo unos minutos como un ¿enamorado? No, solo lo miraba porque era mi amigo, sí, claro, eso.
De nuevo las voces en mi cabeza empezaron a confundirme, decidí levantarme e irme a dormir.
- Buenas noches, mi Mahe. -le dije sonriendole-
- Buenas noches Rubiuh. -me dijo casi durmiéndose en la silla del comedor-
- Ey, hay algo que no me gusta aquí. Yo siempre te digo mi Mahe y tu sólo Rubiuh. -dije haciéndome el cabreado, porque lógicamente no lo estaba, solo era para molestarlo-.
Me miró confuso, me sonrió y dijo:
- Buenas noches, mi Rubiuh.
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