Al entrar al gimnasio allí estaban todos, a todos me refiero con Vegetta, Willy, Alex, en fin. Ya saben.
Justo en el medio de aquella enorme sala, pude ver una pancarta que decía "Felicitaciones por tus 10 millones de criaturitas, te lo mereces."
No podía estar más feliz, no sabía a quién abrazar primero. O quizás si lo sabía; a Mangel.
A uno de los que estaban allí se les ocurrió grabar un epic vlog sobre ese día, y así fue, lo grabamos. Pero jamás lo subí. No porque no me gustara ni nada por el estilo, pero preferí que fuese un vlog para recordarlo yo, y tenerlo yo.
La gran incógnita de los buzos finalmente fue descubierta, Mahe me regalaría uno. Se preguntarán... ¿y el otro? Pues, para él. Así es, muy cursi y todo, pero, hermoso era como quedaban nuestros buzos juntos, y más hermoso como quedábamos NOSOTROS juntos.Luego de un largo rato, ya después de haber comido muy ricas cosas y haber hablado y disfrutado entre amigos, solo quedábamos Mangel y yo en el salón. Él ordenaba las cosas, y yo... Y yo... Lo contemplaba. Sí, el hacía el trabajo y yo miraba, pero en fin, soy muy vago y el lo sabe.
Me quedé mirándole por una hora, y no les miento, una hora.
A todo esto, Mangel ya terminaba de ordenar las ultimas cosas e irnos a casa.
Finalmente nos pusimos los abrigos y partimos hacia el apartamento. El camino fue corto, ya que íbamos conversando de todo un poco, como de costumbre. A Mahe le gusta hablar mucho y a mí, bueno, me gusta escucharlo.
Casi en un abrir y cerrar de ojos estábamos dentro de casa, yo estaba cansado, demasiado. Y Mangel también. Así que sin decir mucho más; fuimos a nuestras habitaciones a dormir. A no ser...
Estaba plácidamente durmiendo cuando de repente siento un grito, me llamaban. "Rubiuuuuuuh" se sentía desde la habitación de Mahe.
Fui caminando casi durmiendome y abrí la puerta.
- ¿Qué pasa? -le dije algo molesto por haberme despertado de ese modo-
- He tenido una pesadilla, fea, muy fea.
- Calmate, vamos, solo era un sueño.
- Pero me asustó, tío. Quédate durmiendo conmigo esta noche, por favor.
Mi mente se quedó congelada, no sabía que responder. Pero luego de unos segundos dije lo primero que se me vino a la cabeza:
- Qué gay suena eso.
- Tío, joder, vamos. Tengo miedo, además, solo somos amigos y lo tengo claro.
Debo admitir que eso me dolió más que una patada en las pelotas y no sé porqué. Porque esa era la realidad.
- Está bien, dejame espacio, grandulón. -Dije con todo de decepción, y algo de tristeza-
Finalmente ya acomodados en la cama, Mangel se durmió.
Yo, no lo lograba hacer. Me imaginaba cosas, no podía dejar de pensar en lo que me había dicho.
¿Acaso yo lo quería más que él a mi? Eso me dolió muchísimo. Y sin pensarlo, dejé escapar una lágrima que bajó lentamente por mi mejilla hasta llegar a la almohada.