Me estaba bañando mientras pensaba en como iba a ser ese momento, y ¿qué iba a responder? A ver, estoy muy seguro de lo que sentimos ambos, ¿pero si no quiere ser algo serio? Me decepcionaría mucho.
Los nervios se habían apoderado de mí completamente, ¿y si salía algo mal? Eso no era una opción para nada. No podía ocurrir.
Salí de la ducha con una leve cara de preocupación por lo mismo que había pensado minutos atrás. Putos nervios -me reproché a mi mismo-.
NARRA RUBIUS:
Había quedado algo pensante luego del comentario de Mahe, me llevaría a algún lado y yo no tenía idea de nada, ni si arreglarme mucho, o arreglarme poco por ejemplo. Primero vería qué se ponía el, para así yo tener idea de como vestirme, sí, eso sería lo ideal.
Los pensamientos me estaban matando, junto con los nervios.
-Rubiuh, vístete ya. -Escuché la voz de mahe que venía desde el baño, había asomado la cabeza por la puerta impidiendo que le viese su cuerpo, como si nunca lo hubiera hecho. Mis pensamientos me dejaron mirando a la nada nuevamente, cuando la voz de Mahe hizo que volviera a el "planeta Tierra"- Vamos, que se hace tarde.
-Está bien, ya voy, pero tengo una duda: ¿qué me pongo? -Me sentí tan idiota en ese momento que simplemente quería desaparecer-
-Pueh lo que te quede cómodo, no vamos a ir a un lugar de lujo ni nada de eso, seguramente vayamos al parque y tal. Venga, apúrate.
No sé porqué razón pero me dio una satisfacción enorme saber que me podía vestir a mi gusto.
Una vez ya prontos los dos, salimos del apartamento rumbo a quién sabe dónde, a hacer quién sabe qué. Pero iba con Mangel, y eso, era lo mejor.
NARRA MANGEL:
Rubius había demorado un buen rato en aprontarse, así que demoramos un poco más de lo que pensé, aunque no me molestó, era él. Nada que viniese de él me molestaría jamás.
Salimos del apartamento juntos, felices, amándonos. Y esa era la mejor sensación que había sentido jamás.
Luego de una caminata de unos cuantos minutos hablando sobre cosas triviales, llegamos a un parque de diversiones. La cara de Rubiuh me daba vida, yo tenía en claro que amaba los parques de diversiones, y por esa misma razón lo traje. Era un jodido niño cuando quería.
NARRA RUBIUS:
Habíamos estado un buen rato caminando, pero finalmente habíamos llegado. Me había llevado a un parque de diversiones, los amaba, eran una de las cosas que más me gustaban y me entretenían. Mi cara cambió completamente, una sonrisa se plasmó en mi rostro como idiota.
-Mangel, ¿en serio hemos venido aquí?
-Bueno, creo que sí, déjame ver si es un sueño -mientras terminaba de decir esto me pellizcó el brazo-
-¡Ahh! ¿pero qué haces?
Se rió.
-No, efectivamente no es un sueño.
Reímos ambos.
Nos adentramos en el parque, nos subimos a mil juegos, nos reímos y nos divertimos como nunca antes, estábamos juntos, estábamos enamorados.
La noche estaba cayendo y el parque estaba por cerrar, no sabía qué íbamos a hacer ahora.
NARRA MANGEL:
El día estaba acabándose y mi sorpresa a punto de llegar. Estaba anocheciendo, y justo ese era el momento que estaba esperando, lo llevaría a una playa, y ahí era donde le pediría para que fuésemos novios.
Tomamos un taxi el cual nos llevó hasta la playa, no tenía ganas de caminar y él tampoco, así que decidimos ir en taxi.
Llegamos al lugar, el sol estaba pegado sobre el horizonte del ancho mar, la tranquilidad se apoderaba del lugar, un color naranja cubría la dorada arena, todo era hermoso, incluyéndolo a Rubén.
Nos sentamos en unos banquitos de madera que daban al mar, nos quedamos ahí, unos minutos, contemplando el hermoso paisaje. Y pensando quizá, en cómo habíamos llegado a ese lugar, cómo había pasado todo, y lo perfecto que era.
Dentro de las nubes salió un avión a chorro, sí, esa era mi sorpresa. Rubius me miró confundido, y le hice seña con el dedo de que mirara el cielo.
El avión comenzó a dar vueltas cuando unos segundos después, tallado sobre el naranja de las nubes y el tenue sol, se podía leer claramente "¿Quieres ser mi novio?"
NARRA RUBIUS:
Nos habíamos ido del parque ya que estaba anocheciendo, quién sabe porqué habíamos terminado en una playa, sentados en un banquito que daba al mar, contemplando el hermoso paisaje. Por un momento creí que la perfección si existía, y la tenía justo en frente de mí, y sentada justo al lado de mí.
De la nada, un avión a chorro que salía por dentro de las nubes me sacó de mis pensamientos, miré a Mangel confundido pero el me hizo una seña de que mirara el cielo. Me quedé mirando aquel avión que daba vueltas mientras escribía algo, pero al ver lo que escribía me quedé en shock, no podía ser verdad, no podía estar pasando, Mahe era el hombre más tierno del mundo, y ese mismo hombre iba a ser mío para siempre.
El avión había escrito en el cielo: ¿Quieres ser mi novio?
Me giré hacia Mangel y lo miré, por alguna razón unas lágrimas salieron de mis ojos, quizás el mirarlo me provocaba tanta felicidad que no podía hacer otra cosa. Lo miré fijamente por unos minutos mientras que mis ojos derramaban unas cuantas lágrimas. Vi como Mahe se empezó a preocupar así que opté por hablar.
Nunca nadie me había hecho tan bien -comencé a hablar- nunca amé a nadie tanto como te amo a ti, nunca nadie provocó tantos buenos sentimientos en mi. No puedo creer aún que hayas hecho todo esto por mi, no caigo, no puede ser real. Pero sí, lo es, afortunadamente todo esto es real incluyendo lo nuestro, lo que jamás pensé que iba a ser posible. Así que aquí, sentados en este banco contemplando el paisaje, te digo que sí, Mangel Rogel, quiero ser tu novio, quiero que estemos juntos y que nada nos separe, porque te juro que si me separan de ti, no lo aguantaría, no otra vez.
Al decir esto, lo besé, lo besé con tanto amor que era inexplicable la sensación que tuve dentro de mi, era tan perfecto todo que también era algo irreal.
Sabía bien que esto no iba a ser fácil, que la fama iba a jugar en contra y que los nervios en ocasiones se iban a apoderar de nosotros. Pero sabía también, que nuestro amor era más fuerte que todo eso y que cualquier cosa que se pudiera interponer en el camino.
