Personajes: Venti, Bennett, Diluc, Razor y Albedo.
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Zhongli te envió a la nación del arconte anemo para que le ayudaras con el cuidado de la ciudad. Últimamente han habido bastante asedios por parte del abismo.
Como adeptus no te negaste para nada, no era un problema para ti ir a ayudar a otra nación por un tiempo, después de todo querías dejar Liyue por un tiempo.
El arconte Geo no quiso decirte que apariencia tenía Barbatos, solo te dijo que te sorprenderás cuando lo veas. Solo esperas que no sea un ser extraño.
Estabas en el centro de la ciudad esperando ver a una persona que parezca un poco como un deidad pero no tenías ninguna pista.
Escuchaste una melodía que atrapó de inmediato tu atención y fuiste a escuchar al artista. Para tu sorpresa era un joven bardo que tocaba bastante bien el instrumento pero no era algo tan sorprendente.
Terminó de tocar y entre todas las personas te miró a ti con una sonrisa plasmada sobre sus labios, extraño.
—¿Eres una forastera?—¿Que diablos? Desprende olor a alcohol y se ve tan joven.— Nunca te había visto en mi ciudad.
—¿Eres el arconte anemo?— Asintió pero no le creíste.— Eres solo un niño que tiene problemas con la bebida, una deidad no se comportaría de forma tan... Estúpida.
Te fuiste de dónde el bardo estaba tocando pero el chico le pareció entretenido seguirte mientras buscaba al arconte.
Te pusiste frente a la gran estatua ya exhausta, no encontrabas al infeliz y el idiota aún te seguía.
—¿Que rayos quieres?— Lo miraste molesta.— Deja de seguirme, no eres la persona que busco.
— No creo que el arconte anemo este feliz de ver como tratas a su ciudadano.— Rodaste los ojos, que fastidio.— Dicen que si lo nombras, el te puede escuchar.
—¿Es una broma no?— Negó.— Oh, barbatos. Te pido que hagas que este detestable chico me deje de seguir y de paso que deje de ser un alcohólico.
Se escapó una pequeña risa de su boca, ya te está colmando la paciencia.
— Rex Lapis tiene una adeptus poco respetuosa.— Abriste los ojos sorprendida.— Y yo pensé que sería más simpática.
Te cubriste la cara de la vergüenza, acabas de joderla y mucho.
—¡Es imposible que seas Barbatos!— Se rió burlesco.
— Bueno, soy Barbatos aunque sea un niño para ti.— Agachaste la cabeza apenada por la situación.— Eres muy linda para ser una adeptus.
Te quedaste enmudecida, acaba de elogiarte después de todo lo que le dijiste.
