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— Yo creo que esto ya es a propósito.— Miraste divertida a Ajax.— Te encuentro en todos lados.
No te molestaba ver al chico porque siempre te hace reir, espanta a algunos idiotas que te coquetean y te agrada su compañía.
Desde hace algunas semanas, te encontrabas a Ajax en varios lugares de mera "casualidad". Siempre terminaban saliendo juntos o simplemente pasaban el tiempo juntos, agradecías verlo tan seguido porque es un buen chico y además es precioso para la vista.
— Juro que está vez no. Hoy vengo a comprar algunas cosas para mi hermano pequeño.— Se veía un poco avergonzado así que no lo molestarás más.
— No sabía que tenías un hermanito.— Tu extrañabas al tuyo.—¿Que edad tiene?
— Tiene 10 años.— Se puso a tu lado mientras caminaban.— Mañana es su cumpleaños así que debo comprarle un regalo.
Lo acompañaste a una juguetería y fue muy mala idea para ti. Tu hermanito te había pedido unos crayones y nunca se los pudiste comprar.
—¿También tienes un hermano?— Asentiste.— Regálale esos crayones que tanto miras.
— Tienes razón, le daré esto.— Los sacaste y le pagaste a la cajera por los crayones.
Ajax se tardó en elegir el regalo para su hermano y al final le regaló un tren de juguete.
Salieron de la juguetería y ahora tenías que ir a comprar nuevas espadas porque las de tu padre están muy desgastadas y no quieres dañarlas más.
—¿Tienes conocimientos sobre espadas?— Eras un poco nueva en esto.
— Siendo honesto, soy más de lanza y arco.— Lástima.— Tu tienes cara de usar más una lanza que una espada.
—¿Tu crees?— Asintió.—¿Te molestaría ser mi maestro?
— Sería todo un gusto enseñarle a una mujer tan bella como tú.— Es normal en él esos comentarios pero aún así te aceleran un poco el corazón.— Te enseñaré todo lo que sé.
— Gracias Ajax.— Rara vez le sonreía agradecida.
Te llevó a dónde el compra sus armas y era un poco caro para ti. No eres una persona pobre pero no te puedes dar lujos.
Te explicó como utilizar una lanza y te enseñó a empuñarla de la forma correcta.
Salieron a una especie de campo de tiro y te hizo lanzar la lanza y diste en el blanco. Pensaste que fue demasiada suerte para una principiante.
— Muy buena puntería.— Silbó.—¿No quieres practicar con el arco?
— No me gusta depender tanto de la puntería, prefiero el combate cuerpo a cuerpo.— Te miró triste.
