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Han pasado unas semanas desde que te uniste a estos piratas, son extrañamente cálidos y agradables.
Al parecer la grandulona con parche no se equivocaba con que son una familia, una familia demasiado particular.
—¿No quieres unirte a ellos?— Resoplaste en cuanto viste Kazuha.— No seas dura, T/n.
— Eres como una piedra en mi zapato.— Te ofreció comida y aceptaste.— Déjame en paz.
— Igualmente buscas a la piedra.— Te atoraste y el se rió.—¿Debo alimentarte al igual que los bebés?
—¡No me jodas!— Saqué una de mis dagas y lo apunté.— Solamente te busco cuando lo veo pertinente.
Sonrió ampliamente, claramente te estaba tomando el pelo.—¿Enserio?— Alejó la daga de su cara.— Todo el tiempo entonces.
Tu cara se puso roja como un tomate y ahora jalaste parte de su ropa y quedaron frente a frente.— Eres un idio-...
—¡Llegamos al puerto!— Uno de la tripulación gritó.
Soltaste a Kazuha y fuiste a mirar la capital de tu nación. Ahora tendrás que tener mucho cuidado para no llamar la atención o estarás totalmente frita.
Dejaron el barco en el puerto y me puse una capucha. No tengo que ser encontrada por nada en el mundo.
—¿Estás bien?— Su maldita voz, la odias.
— Si, no molestes.— Acomodé mi ropa.—¿Es tu primera vez aquí?
— Asi es, nunca había venido a un lugar tan lejano.— Prestaste atención.— Es lindo este lugar.
— Después de un tiempo no pensarás lo mismo.— Bajaron con cuidado y se pusieron a caminar por las calles de la ciudad.— La nieve esconde muchas cosas y el frío se vuelve desolador.
Se quedó en silencio pero siguió a tu lado. No puedes negar la belleza de Kazuha y que su actitud y calma te da envidia.
Viviste una vida tan frenética por culpa de tu estilo de vida y cuando por fin pensabas estar en paz, asesinan a todo tu pueblo.
Llegaron a una calle poco transcurrida y Kazuha se puso más cerca tuyo.
—¿Eres una fatui?— Sabías que tenía curiosidad.— Tu estilo de pelea se asemeja a la de ellos.
