¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Por fin te habías animado ir a la ópera para ver a los hermanos magos Lyney y Lynette. Tenías un amor imposible con ese mago, es demasiado hermoso.
Irónicamente trabajas en la ópera pero como la encargada de darle mantención a la Analizadora y nunca te quedabas a ver lo que sucedía.
Te gusta el drama de tu ciudad, las dosis de satisfacción que te daba ver como se presentan problemas tan dramáticos y se resuelven de la misma forma. Es simplemente arte.
Apagaron las luces de la ópera y solo estaban prendidas las del escenario.
Aparecieron ambos hermanos saludando al público y te asombraste al ver lo lindo que era Lyney, habías visto pancartas de él pero no le hace justicia a su belleza.
Hicieron algunos trucos de magia y no te sentías tan impresionada por lo que veías. Trajeron una caja gigante y todos estaban expectantes a que iba a suceder.
— Vamos a hacer un gran truco de magia, ¿Alguien quiere ser nuestro participante?
Nadie levantó la mano y tu mejor amigo tomó tu mano y la alzó.
Lyney te dedicó una sonrisa.—¡Bien, venga conmigo!
Todos te estaban mirando así que te pusiste un poco nerviosa. No se sentía bien ser el centro de atención en un momento como este.
Te metieron dentro de la caja y estabas junto a Lyney. Apagó el micrófono y sonrió.
—¿Cual es tu nombre, bella dama?— Que linda sonrisa.
— T/n.— Te dió la mano.—¿Que se supone que pasará ahora?
— Serás teletransportada a otro sitio de aquí.—¿Qué?— Pero tranquila, es parte de la magia.
— Está bien.— Respiraste hondo.
Volvió a encender su micrófono y te guiño el ojo. ¡¿Te estaba coqueteando?!
—¡Bien, estamos listos!— Se apagó la luz de la pequeña caja y te espantaste. Abrazaste por inercia al mago y sentiste como él reprimió su risa.—¡Ahora la señorita será teletransportada a otro lugar de la sala!
Volvió a apagar su micrófono y no sabías que sucedía, no veías absolutamente nada.
— Maldición...— Era extraño estar encerrada con tu crush en un lugar tan pequeño.
— Oye, me aprietas un poco.— Dabas gracias a que no había luz para que viera tu sonrojo. Lo soltaste.—¿Quién dijo que era desagradable?
—No me imaginé que el mago Lyney me terminaría coqueteando.— Se rió bajito.
