Capítulo 14.2: La promesa que mantuvimos los dos.

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Elliot Thorne

El día más feliz de mi vida, sin duda alguna fue cuando la conocí a ella.

«Como cada dos días a la semana, salía con Gomita a dar un paseo por el vecindario. Mi Nana y mi chofer siempre se preocupaban, temían que algo malo me sucediera y que no volviera. Pero yo no quería seguir consintiendo mi depresión y no quería volver a pensar en morir.

—Señor por favor... —Bruno me trataba de persuadir para no salir —, ¿Que tal si le sucede algo malo?

—¿Señor? Tengo apenas veintiún años, por favor no me hagas sentir viejo —le recrimino, apoyándome de su brazo para salir por la puerta del portón. Gomita se siente ansioso porque ama los paseos, así que me jala con su correa —. ¡Gomita, calma!

—Gomita está loco señ... ¡Digo, Joven! —Bruno me sigue sosteniendo, impidiendo que me vaya —. Vamos Señorito, vayamos adentro y descanse.

—¿Ahora soy señorito? —me bufo, soltándome de su agarre —. Estaré bien, confío en Gomita.

—Usted confía en Gomita, pero yo confío más en que se quede. Recuerde qué a Gomita le da una dosis de energía y de la nada sale corriendo.

—No lo recuerdo, soy ciego. Si yo no vi, no pasó.

—¡Señor Elliot!

Me rió en alto, imaginando la cara de Bruno. Seguramente debe ser una muy graciosa porque su voz se escucha desesperada.

—Vale ya... me tengo que ir, que mi hijo se está poniendo hiperactivo.

Solo escucho el suspiro de bruno, seguido de como se truena los dedos.

—Lo llamaré en veinte minutos, si no me responde iré por usted.

Ya no digo nada, solo le sonrió y extiendo mi bastón, dejándome guiar por Gomita.

Sé que mi querido hijo es bastante ansioso, quizá hasta tenga un tornillo suelto, pero de verdad que confío en que me guiará por el mismo camino como siempre. La última vez que fui con mi psicólogo, me dijo que podía salir con Gomita y recibir un poco de luz solar. Me estoy arriesgando lo admito, pero suerte y esta vez me siento mejor.

Estoy harto y cansado de que siempre tengo que fingir una sonrisa aunque me siento de la mierda. Me siento agotado todo el tiempo cuando no hago nada, me la paso escuchando los mismos discos de Arctic Monkeys una y otra vez, hundiéndome en esa enorme marea que me arrastro a esta soledad, tristeza y frustración.

Me la paso frustrado con la vida, cuando tengo una decaída me quedo acostado en mi cama, hundido en mis sabanas sin querer bañarme por días e incluso, algunas veces cuando tengo una crisis, rompo cosas.

Hace dos meses que me tuvieron que medicar y vigilar las veinticuatro horas del día. ¿Por qué? ¿Por qué me vigilaban? Fue tan simple que, para mi el suicidio era una opción... La vida era tan bella pero tan sombría cuando te tragaba. A mi me trago, dejándome en su estómago vacío junto aquellos que tampoco veían una salida a su sufrimiento. Pasó saliva mientras sigo el ritmo al canino, ni siquiera me importa a donde vaya; solo quiero perderme sin saber si moriré hoy.

El aire es tan fresco que siento mi piel un poco helada. No lo sé, ¿Como debo sentirme? No encuentro un maldito sentido en mi vida, por más que vaya a terapias con psicólogos o psiquiatras, no puedo ver un sentido en mi vida. Que patético he sido. Mi vida ha sido absurda desde que me accidente en la moto hace cuatro años, cuatro años aguantando esto e intentando quitarme la vida. ¿Que es lo que me detiene en esta vida? No son mis padres, solo se la pasan trabajando en sus empresas. ¿Mis hermanos? Quizá si, pero sé que podrán continuar con sus vidas sin mi. ¿Un amor? Es lo más idiota que puede detenerme.

El amor es Gris [Libro #1 Completa ✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora