Ya habían pasado tres semanas desde mi pelea con Elliot.Era tortura el tenerlo cerca, y no poder estar con él. Adam se había puesto al corriente de la situación, al igual que Shace me había explicado que el sabía todo, incluso dijo que días antes de que Elliot regresará, el pelinegro lo había llamado por teléfono.
Claro que por un momento me enoje por qué él no me dijo nada. Pero al final fue una promesa que hicieron los dos.
Perdonarlo estaba en la punta de mi lengua. Había pasado un jodido año donde me abandono, peor lo único que no me permite estar enojada es el simple hecho de que no se fue por gusto propio. Había hablado con Adam hasta de madrugada pensando en que hacer. Shace se había vuelto distante, parecía que queria darme mi espacio simplemente. Estaba confundida, quiero estar con Elliot pero no puedo perdonarlo aunque quiera... De hecho, soy capaz de hacerlo, pero no puedo, no lo sé, estoy confundida realmente.
Ya eran las cuatro de la tarde y nos habían llamado a todos los trabajadores del Starbucks solo por qué el jefe, o más bien dueño del negocio, quería decirnos algo.
Llegué al local, tomé asiento en uno de los taburetes y recargue el rostro en mi mano, cansada. Todos mis compañeros de trabajo estaban ahí, pero cada quien estaba ocupado en sus cosas.
Suspiré pesadamente y me deje caer en la mesita, aburrida.
Y entonces, la puerta del negocio se abrió y por un momento pensé que el jefe había llegado, así que me gire para darle mi mejor cara y una sonrisa amigable. Después de todo, me pagaba un sueldo digno y con eso podía ayudar a mamá.
—Quiero un licuado de Mango con un Frappuccino.
Y mi rostro de idiota lo dijo todo...
Puse una mueca de horror en cuanto vi a Elliot, parado tras de mi con las manos dentro de su chaqueta.
Me levanté del taburete y lo miré anonada.
El posó su mirada en mi y sonrió levemente. Aún no me acostumbraba a qué el ya pudiera ver, pero en verdad que me ponía los nervios de punta.
—Pero... ¿Tu qué haces aquí? —pregunté firme.
El alzó una ceja y bufó.
—¿No has oído? Vine por mi amado licuado y un Frappuccino —soltó con burla.
Apreté mis manos a mis costados y lo miré con mala cara.
—Espero que cuando te den esas cosas, te alejes de aquí... Hay más Starbucks a los cuales asistir, ¿Por qué aquí? —demande con un tono que ni yo conocía en mí.
Elliot me miró tan gelido y después una sonrisa divertida se formó en su rostro.
—¡Vanessa, no le hables así! —reprochó Milly, mi compañera.
Iba a protestar, pero Elliot alzó una mano y ambas guardamos silencio.
Se acercó a mí hasta que tuve que levantar la cabeza para mirarle, por qué el maldito era jodidamente alto.—Ness... ¿Crees que vengo a este Starbucks solo para molestarte? —su voz era una combinación entre el sarcasmo y la diversión pura.
—Si.
Respondí gelida.
Elliot soltó una sonrisa y se agachó un poco para quedar a mi estatura.
—No eres el centro del mundo, cariño.
Pero si te ha callado la boca...
Me quedé perpleja ante esa respuesta, y no pude evitar ponerme roja por el coraje.
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El amor es Gris [Libro #1 Completa ✓]
Novela JuvenilVanessa nunca fue creyente del amor. Elliot jamás creyó que alguien lo pudiera amar. El amor es Gris a los ojos de ambos, gris ante los dos de diferentes formas. Mientras que uno de ellos no supera su pasado, el otro es consumido por la culpa de sus...